Los caminos del fútbol, a veces, parecen repetirse con los años. En medio del vendaval emocional que ha supuesto para el espanyolismo la marcha de Joan García al FC Barcelona, una voz con pasado blanquiazul y azulgrana ha querido aportar perspectiva. Miquel Soler, protagonista en su día de una de las salidas más controvertidas desde el RCDE hacia el eterno rival, ha compartido su punto de vista en una entrevista en Esports Cope. Y no ha rehuido el paralelismo, aunque dejando claro que “hay diferencias” entre ambos casos.
Soler formó parte de aquel mítico Espanyol que alcanzó la final de la UEFA en 1988. Un equipo de leyenda que, pese a no levantar el título, despertó el interés de los grandes. “Fuimos dos jugadores los que acabamos en el Barça tras hacer una fantástica temporada y llegar a la final de la UEFA, dejando equipos muy importantes detrás. Sólo faltó la final. Y siempre que hay un gran rendimiento, equipos grandes se interesan por los jugadores”, recordó.
Aquel Barça que lo fichó era un club en plena reconstrucción, tras el llamado motín del Hesperia y la salida de Luis Aragonés. “Querían hacer muchos cambios y se interesaron por jugadores de diferentes equipos. Llegamos 15 o 16 jugadores nuevos al Barça. Fue sonado porque veníamos del Espanyol, pero porque habíamos hecho una fenomenal temporada. Otros jugadores también acabaron en otros equipos”, apunta intentando contextualizar la magnitud de aquella operación.
También ha compartido cómo vivió él personalmente ese proceso, bastante distinto a lo que está ocurriendo hoy con Joan García: “Yo estaba en la Eurocopa en Alemania, desde allí poniendo el foco en la competición y recibiendo llamadas de cómo iban las operaciones. En aquella época no había cláusula de rescisión, se negociaba. Al Espanyol le interesaba negociar y recibir dinero, como siguen haciendo equipos sin presupuestos altos”.
Soler mencionó incluso a Ernesto Valverde, que también estaba involucrado en aquel proceso: “Valverde estaba pendiente, no estaba en aquella Eurocopa. Inquieto por ver qué pasaba, si me quedaba o me iba”.
Pero lo más significativo llega cuando habla de la diferencia de exposición pública entre su época y la actual: “No había tanta repercusión, no había redes sociales, lo vivimos con más naturalidad que la que vivirá ahora Joan García. Porque las redes sociales se hacen eco, será un mal trance durante una época, pero continuamente tomamos decisiones. Y si ha decidido ir al Barça, ya sabe cuáles son las repercusiones. Sobre todo ahora, en que las redes sociales son un vertedero de comentarios de no sabes de quién vienen”.
También se ha pronunciado sobre las razones que pueden haber llevado a Joan a tomar esta decisión, pese a la carga emocional que tiene dentro del entorno perico: “Ha trascendido que tenía otras ofertas, está por ver en qué condiciones. Si ha decidido ir al Barça es porque le garantizan ser titular, o que no competirá con Ter Stegen. Está el tema de no salir de Barcelona, hay gente a la que no les gusta hacer cambios. Tal vez ha valorado no solo que sea el Barça, sino que sigue en Barcelona. Y tal como están las finanzas del Barça, pagar sólo 25 millones es un caramelo”.
Con estas palabras, Miquel Soler no busca justificar la marcha de Joan, ni tampoco condenarla. Simplemente aporta experiencia, contexto y una advertencia: los tiempos han cambiado, y lo que antes se vivía como una transición también dolorosa, ahora se convierte en una tormenta pública. Y es que ni el fútbol ni la sociedad, para bien o para mal, son ya los mismos.