Hay clubes con historia. Hay clubes con dinero. Y luego está el Newcastle United, que hasta hace nada era, básicamente, historia. Mucha historia. Casi 130 años de vida, un estadio de los de toda la vida, una afición capaz de llenar 52.000 asientos en pleno descenso… pero sin títulos desde tiempos en los que los Beatles ni existían. Y de repente, un día de octubre de 2021, ¡boom!, los compró el fondo soberano de Arabia Saudí y todo cambió. A partir de ahí, las urracas dejaron de ser solo un equipo con encanto del norte de Inglaterra para convertirse, sin exagerar, en uno de los clubes más ricos del planeta, si no el que más, atendiendo a la fortuna de sus propietarios, el Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudí. Ahí es nada.
De East End y West End al St. James’ Park: un club nacido para unir
La historia del Newcastle arranca en 1892, cuando dos equipos de la ciudad -el East End y el West End- deciden fusionarse para sobrevivir. Lo llamaron Newcastle United precisamente por eso, porque querían dejar atrás las peleas de barrio y crear un club que uniera a toda la ciudad. Se mudaron al mítico St. James’ Park, un estadio que ya existía desde 1880 y que, aunque ha cambiado bastante, sigue ahí, en el centro de la ciudad, con sus vistas al castillo normando y ese aire de estadio inglés de toda la vida.
En 1894 adoptaron los colores blanco y negro, los mismos que siguen llevando hoy, y poco a poco se convirtieron en uno de los grandes del fútbol inglés. En los primeros años del siglo XX arrasaron: tres ligas (1905, 1907, 1909), una FA Cup y un fútbol que era la envidia de todos. “Juego artístico”, lo llamaban. Dominaban por calidad, no por músculo.
Y cuando parecía que la cosa no podía ir mejor… dejaron de ganar. Tuvieron momentos puntuales de gloria -otras tres FA Cups en los 50, la Inter-Cities Fairs Cup en el 69, y alguna temporada buena en los 90 con Kevin Keegan y Alan Shearer al mando-, pero lo habitual eran las decepciones. Descensos, líos en la directiva, decisiones absurdas y ese aura de “grande dormido” que les acompañó durante años.
Una afición única… incluso en las malas
Y lo curioso es que, pese a todo eso, la gente nunca dejó de llenar el estadio. En pleno descenso a Championship, con Mike Ashley como propietario y el equipo sin alma ni rumbo, seguían yendo 50.000 personas cada dos semanas.

El actual cantante de los míticos AC/DC, Brian Johnson, acostumbraba a lucir en escena los colores del Newcastle cuando era el frontman de un grupo llamado, como no, Geordie
Y entonces llegaron los petrodólares
Cuando en octubre de 2021 se hizo oficial la compra del club por parte del Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudí (PIF), la noticia corrió como la pólvora. No solo porque el Newcastle pasaba a tener los dueños más ricos del mundo (una fortuna de más de 300.000 millones de euros, según Forbes), sino porque el club por fin decía adiós a la era oscura de Mike Ashley.
Desde ese día, el Newcastle dejó de ser un equipo simpático con pasado glorioso para convertirse en el proyecto más ambicioso del fútbol europeo. “Vamos a apostar en un futuro por ganar títulos”, dijo Amanda Staveley, una de las caras visibles del nuevo Newcastle, el mismo día de la compra. “Queremos llevar al club a lo más alto del fútbol mundial”. Ni más ni menos.
Y lo están haciendo… pero a su manera. Porque, a diferencia de otros clubes-estado como el PSG o el City, el Newcastle no ha tirado la casa por la ventana. No han fichado a Mbappé ni a Neymar. Han preferido ir paso a paso, con fichajes inteligentes y una idea muy clara: crecer, pero sin romper el alma del club.
Fichajes sí, pero sin locuras
Desde la llegada de los saudíes, han invertido unos 500 millones de euros en fichajes. Que no es poco, pero si lo comparas con los 1.500 millones que ha soltado el Chelsea en el mismo periodo… pues casi parecen unos ahorradores. El fichaje más caro ha sido Alexander Isak, por 70 millones, seguido de Sandro Tonali (59), Bruno Guimarães (42), Anthony Gordon (45) y Sven Botman (37). Nada de fichajes de renombre por simple postureo. Lo mejor es que han conseguido algo muy complicado: meter dinero sin cargarse la esencia.
Una Champions… y una Copa después
Con Eddie Howe en el banquillo, un entrenador joven y con personalidad, el equipo ha dado un salto brutal. Clasificación para la Champions en 2023, final de la Carabao Cup ese mismo año (perdida ante el United) y título en 2025 tras vencer, precisamente, al Liverpool por 1-2 en Wembley. Primer título oficial en 56 años. Casi nada. Y además, han logrado repetir plaza Champions gracias a su quinto puesto en el pasado campeonato.
¿Y ahora qué? Proyecto 2030 y nuevo estadio en el horizonte
Lo siguiente es ambicioso: pelear por la Premier, llegar lejos en Champions y… posiblemente, un nuevo estadio. Aunque eso último está en discusión. Hay voces que apuestan por renovar St. James’ Park, con su historia y su alma. Otros sueñan con un recinto de 70.000 espectadores que sea un emblema moderno. El debate está abierto, pero lo que está claro es que el Newcastle está en fase de expansión total.
En paralelo, siguen aumentando ingresos, firmando patrocinios y desarrollando un modelo sostenible. Quieren acercarse a los niveles de ingresos del Big Six (City, United, Chelsea, Arsenal, Liverpool y Tottenham) y dejar de ser el “nuevo rico” para ser, directamente, un miembro más de la élite.
Hoy, el Newcastle United es un club que mira al futuro sin olvidar su pasado. Que quiere ganar, sí, pero sin vender su alma. Un club que ha pasado del barro al oro, pero que sigue celebrando cada córner como si fuera un gol. Porque en el fondo, más allá del dinero, del estadio o de los fichajes, lo que hace grande al Newcastle es su gente. Y esa, por mucha Champions que llegue, no va a cambiar nunca.
La urraca ha vuelto. Y esta vez, quiere quedarse arriba.




