Hay palabras que en el mundo perico parecían olvidadas, y una de ellas es fiabilidad. Ese concepto que durante años se miraba con envidia hacia otros equipos y que rara vez se podía aplicar al Espanyol. En el artículo de opinión de Alex Segura, esa idea se convierte en el centro del debate, contada desde la experiencia de quien vio en Anoeta algo tan poco común como la tranquilidad al ver a su equipo ponerse por delante en el marcador.
Más allá del resultado final, lo que importa son las sensaciones. Segura explica cómo por primera vez en mucho tiempo el Espanyol no se encogió al verse por delante, sino que se mostró firme, con las ideas claras y con la mentalidad de ir a por todas. Esa es la gran diferencia con épocas pasadas, en las que los goles a favor venían acompañados indefectiblemente de temblores y muchas dudas.
El análisis subraya un cambio de chip: ya no se trata solo de competir, sino de querer ganar siempre, incluso en escenarios complicados y contra rivales de peso. Lo que transmite el equipo de Manolo es que la idea empieza a calar, que el grupo juega con hambre, con convicción y con la sensación de que este camino puede ser el correcto.
La columna de Segura es una invitación a mirar más allá de los números centrándose en la importancia de que por fin la palabra fiabilidad empiece a asociarse al Espanyol. Un síntoma claro de que algo está cambiando en el seno blanquiazul.
La tan ansiada fiabilidad
Hacía mucho tiempo que el Espanyol no transmitía fiabilidad. Esa palabra que tantas veces hemos echado de menos y que ayer, por fin, apareció. Tras el 0-1 y el 0-2, en lugar de nervios o dudas, lo que sentí fue tranquilidad. Algo poco habitual para los pericos en los últimos años, aunque entiendo que no toda la afición lo viviera igual.
Vi un equipo compacto, junto, fuerte, rápido al contraataque y trabajado con balón. Con un Dolan desequilibrante, un Milla acertado y un Roberto trabajador. En resumen, un equipo que transmitía confianza.
No hace falta ir muy atrás para recordar épocas en que adelantarse en el marcador suponía temblores en la afición y dudas sobre hacia dónde iba el equipo. Encerrarse atrás contra rivales a priori superiores. Ayer no. El partido terminó 2-2 por un error desafortunado de Omar, uno de los jugadores normalmente más seguros de la plantilla y, en mi opinión, uno de los mejores laterales derechos de la liga. Errar es humano. Hasta ese momento, el Espanyol tuvo el partido bajo control, creyó en el plan y peleó para mantener la racha ganadora en un campo siempre complicado.
El término “fiabilidad” no es casual. Lo mencionó el técnico de la Real Sociedad en la previa como objetivo para su equipo en esta nueva etapa. Manolo, por su parte, habla de acostumbrarse a ganar, de inculcar esa idea en jugadores y afición. Y ahí está el gran cambio: el Espanyol ya no se conforma con competir, quiere ganar siempre.
Incluso en el minuto 95, con el empate ya en el marcador, Puado tuvo ese claro pase a Kike García dentro del área. La jugada no llegó a ejecutarse porque el cansancio pesaba, pero ahí estaba la intención de buscar el 2-3 en Anoeta. Ese es el Espanyol que queremos. El que lucha hasta el último segundo, el que no baja los brazos, el que transmite mentalidad ganadora.
Un equipo con alma fiable. Con hambre. Con convicción. Eso es lo que buscan Manolo y sus soldados. Y, por primera vez en mucho tiempo, da la sensación de que estamos en el camino correcto.
Alex Segura
