La opinión de Francesc Via:
La historia obliga
Parece que las personas que dirigen el Real Club Deportivo Espanyol se levantan de la cama con el objetivo de hacernos sentir cada día un poco más avergonzados de nuestro club. No tienen suficiente con hacernos pasar por la temporada más ignominiosa que uno recuerda, en la que escasean las alegrías, sino que intentan con denuedo hacernos más infelices y que abdiquemos de todo aquello que alguna vez creímos ser. Destruir nuestro amor propio. No lo hacen fruto de una maquiavélica conspiración, sino que es solamente un mecanismo para taparse el culo. Pretenden hacer un club a la medida de su pequeñez como profesionales, para disimular su fracaso. Si empiezan a hablarnos ya de la posibilidad del playoff es porque si conseguimos entrar, lo venderán como un éxito. Son así; la venda antes de la herida. Y si no suben se irán a casa -ya lo han dicho-, añadiendo que lo harán “decepcionados”, como para apaciguarnos. Sin embargo, la vergüenza histórica, la ruina económica, los ‘ERES’ en el club y un marrón de proporciones bíblicas y desconocidas; ese se quedará aquí, para que lo disfruten los pericos, y quién sabe por cuantos años.
Hoy fue Luis Miguel Ramis en rueda de prensa, pero no es la primera vez que se desprestigia a nuestra historia y a quienes somos. Esto es algo que no debe pasar inadvertido, porque ridiculizar la historia de un colectivo es la mejor manera para desactivarlo e inducirlo a la nada. Y esto ocurre porque creen que la historia de un club -de nuestro club- es un conjunto de anécdotas del abuelo, rancias y manidas, que duermen el sueño de los tiempos en algún libraco olvidado como el que editó la Fundación -¿qué deben pensar ellos, por cierto, de esta vulgarización atroz?-. O algún trofeo Carranza que acumula polvo, la réplica de alguna Copa del Rey, un jersey deshilachado de Zamora o la silla aquella de la barbería donde De la Riva le dijo a Gámper que le íbamos a seguir molestando a él y a los suyos durante los próximos 100 años. Claro, esa historia no ayuda a rematar los córners ni sirve, ni para armar dignamente una defensa y no evita que hagamos el ridículo por la mayoría de campos de España. ¿Pero sabe qué, señor Ramis? La historia OBLIGA. La historia sirve -o debiera servirle- para hacer entender a sus jugadores que si se han de partir la ceja contra el poste -como a usted tanto le gusta- es porque otros como Parra, Julián Arcas, o Raúl Tamudo -que igual les queda más cerca- lo hicieron antes para defender a este club, sacarlo del pozo cuando hizo falta e, incluso, ganar títulos. Si el sábado podemos meter casi 20.000 personas en nuestro estadio, no es para verle a usted y al juego miserable que el equipo practica desde su llegada; ni siquiera para ver a sus jugadores indolentes y sobre pagados, sino por la CAMISETA y el ESCUDO. Y sí, la HISTORIA OBLIGA, porque hasta aquí nos trajeron nuestros padres -y a ellos nuestros abuelos- y nos enseñaron a amar este escudo por encima de los resultados. Solamente con esto no vamos a subir, pero sin esto no somos NADIE.
Sí, la Historia, la Camiseta y el Escudo (todo con mayúscula, como ustedes lo deberían sentir) obliga a que un jugador esté a la altura de lo que se espera de él. A la altura de lo que se le paga. Porque sin esos argumentos solo nos queda el dinero para obligar a los jugadores a que rindan. ¿Cómo se puede pedir humildad a quien lleva 123 años tragando más desastres que alegrías? Sean humildes ustedes, que cobran como profesionales de Primera y no demuestran estar ni a la altura de los de Segunda. ¿Quieren ser iguales que el Racing de Santander, por ejemplo? ¡Cobren entonces como el Racing! Eso no nos servirá de nada a los que sufrimos por este club, pero a buen seguro que hará feliz a nuestro presidente, ya que solamente piensa en gastarse lo mínimo posible para mantener esta entidad en un coma inducido. Ese señor que compró un club que solo había bajado cuatro veces en 90 años y ahora ya lleva seis -dos más- en 94. Y ustedes: Chen Yansheng, Mao Ye, Fran Garagarza, Luis Ramis y jugadores, también están haciendo historia. Eso sí, de la más negra que hayamos conocido jamás.
Francesc Via