Nunca he destacado en nada concreto. No sacaba las mejores notas de la clase ni era especialmente bueno en ningún deporte. Tampoco en el fútbol, pese a mi empeño. Mi mayor logro fue ganar un segundo premio de petanca en un campeonato infantil en el camping donde veraneaba de pequeño. Guardo ese insignificante trofeo como oro en paño. Quizás a causa de esa falta de aptitudes, que no de voluntad ni de sacrificio, no me siento identificado con los galanes, aquellos jugadores mediáticos que copan portadas y llenan tertulias de radio y televisión. Prefiero a los outsiders, a los ahora llamados jugadores de equipo, a los actores secundarios o incluso de reparto. Tengo claro que preferiría ser Meléndez que N’Kono. Quizás por mi inquina hacia los más virtuosos no tengo ninguna camiseta de Tamudo ni de Gerard Moreno, pero sí de Víctor Sánchez y Fredson Camara. Y no fue a causa de una apuesta perdida.
Cuando vuelva a la tienda oficial, si ya han arreglado ese pegote chapucero de Betway de la parte frontal de la equipación, me compraré la zamarra de Javi Puado. No me malentiendan. Puado es un extraordinario delantero, pero los focos no suelen apuntar hacía él. No pica al espacio como Wu Lei ni desborda como Embarba ni tiene el olfato de RDT, su teórica competencia arriba. Y lo que es aún peor, apenas da puntos en el Fantasy. Me da igual, Puado tiene algo y yo lo alineo en mi once cada viernes pase lo que pase. También le habrá visto algo Vicente Moreno si le otorgó el trascendente rol de nueve titular en el primer desplazamiento del Espanyol en Segunda de los últimos 25 años, dejando en el banco al futbolista más caro de la historia del club. Está claro que el Erasmus en Zaragoza le ha sentado de maravilla.
Del partido en el Tartiere, me quedo con los saltitos de puntillas que daba el canterano perico mientras esperaba que le llegara el balón, aunque estuviera a 50 metros de él. Me asombró su nivel de activación y su hambre de participación y colaboración. Por no hablar de los portentosos 15 minutos que jugó frente al Albacete. ¿Acaso se imaginan a De Tomás tumbado en el suelo en un tiro libre como si fuera la Venus de Dresde -como sugirió con ingenio el compañero Alberto Martínez de ‘As’ en Twitter- para evitar un lanzamiento rival por debajo de la barrera? ¿Acaso creen que otro delantero habría regalado de esa forma el 0-2 a un compañero? Sinceramente, yo no. Puado lo hizo. Menos mal que en su día Chen frenó su fichaje por el Castilla.
Todo sea dicho, pese a mi flechazo con Puado, estoy convencido de que si en Sabadell marra un par de ocasiones claras, voy a maldecirlo y le escribiré a mi amigo del alma para afirmarle que con Calleri habríamos marcado. Él me contestará que el año que viene aspiraremos a la UEFA. Siempre me dice lo mismo, incluso en Segunda. Pero ese es otro tema. El caso es que Puado, aunque no meta 20 goles y no sea el héroe del ascenso en Alcorcón -ojalá sí-, a mí ya me ha ganado. Y me compraré su camiseta.
A mí me genera ambivalencia de sentimientos. Llevo tiempo esperando mucho de él. Ojalá sea este el año de su explosión definitiva en el fútbol con mayúsculas y sin medias tintas.
Estoy de acuerdo Puado tiene algo y me gusta. Para nada creo que sea un Alvaro Vazquez 2, sobretodo porque este tiene la cabeza bien amueblada. creo que con minutos y confianza se va a salir.