No hay campo que el pequeño zar no convierta en la extensión de un palacio: un sitio donde el fútbol vale la pena. De estirpe de Libertadores le viene al zar Nico, que con la pelota pegadita al pie deja purpurinas que hechizan. Sus formas especiales le descubren: esa mirada alta antes de definir, serenísimo, ante Mackay. Nico Melamed, pura musicalidad, hizo fácil lo que para todo el Espanyol parecía una tarea titánica en la Nova Creu Alta: acomodar el baloncito a la red, que descanse cómodo, aunque sea solo un suspiro. El primero de lujos, diría yo alterando el tópico. Puro bomboncito para el Espanyol absolutista de Don Vicente.
Aun viéndolas cuadradas al rematar, el duelo catalán resultó redondo para el RCDE: no solo volvió a vencer fuera de casa, sino que además evidenció la necesidad de un segundo goleador que aporte al menos doce-quince dianas durante el curso. ¿Pueden hacerlas Puado y Wu Lei? Con absoluta confianza, más que posible. Pero la previsión del ascenso debe hacerse sobre certezas. El Espanyol hizo méritos para cerrar el partido en 20 minutos ante un Sabadell que no pudo repetir su buena versión ante el Rayo y el Mallorca. Pero faltó rubricar los minutos desequlibrantes de Matías Vargas, las fenomenales carreras de Miguelón y la clarividencia de un Darder que sí, que está de vuelta a su versión decidida. Sin embargo, la intimidación sin culmen no te lleva a ningún sitio. Y se trata de sentenciar la impresión inicial: un Espanyol dominador debe ser demoledor.
Nueva semana también de renacimiento de Calero, ayer incluso decisivo en su gran asistencia a Melamed: ojalá no se le lleven al socio Cabrera, que juntos son garantía. Y por lo demás, suma de argumentos: debutó Keidi Bare, algo alborotado, y apreciamos las excelentes perspectivas de Óscar Gil, un plus definitivo para frenar los buenos momentos del Sabadell. Diego, como en Oviedo, pareció tocado por la Providencia.
En fin, día de tensión hasta las doce (y un cuartito más, por aquello de la burocracia). Día de impulsos locos y demasiadas carpetas de última hora. El Espanyol se ha movido bien y con respuestas de urgencia apuntaladas. Incluso dentro de la rotura que supone siempre perder a Roca por un precio devaluado, al menos quedará el publirreportaje con el Bayern, que pondrá en lo más alto de la escena a un valor de Sadrià. Se’n va el príncep, però ens esclata el tsar. Un nuevo comienzo, pericada.