Hace justo un año que todos brindábamos con el indiscutible deseo de poder brindar 12 meses después con el equipo en Primera división y, sobre todo, poder hacerlo bien de salud y pudiendo asistir a nuestro estadio.
Ha sido un año duro, extraño y complicado, pero con un final feliz, y si no feliz, al menos deseado y que seguramente estaría firmado por la mayoría de nosotros si nos hubiesen dado la posibilidad de hacerlo.
Resulta increíble mirar atrás y ver por el año que hemos pasado. Quizá ahora no seamos conscientes de la gravedad de la situación por la que hemos vivido, pero ha sido un año del que estoy convencido que dentro de unos años nos pondremos las manos en la cabeza cuando lo recordemos.
En realidad, quizá ahora no le demos el mérito y el valor real que tiene, quizá porque lo tenemos cerca, pero haber salido airosos de todos los obstáculos que nos hemos ido encontrando en los últimos tiempos, es casi un milagro. Hemos hablado muchas veces del milagro que supuso el gol de Coro, pero haber sobrevivido como club a un descenso, en plena pandemia, sin el apoyo de nuestros aficionados y haber conseguido el ascenso por quinta vez inmediatamente después de haber descendido, es algo que está al alcance de muy pocos equipos. De hecho, no existen precedentes.
Y pensar que estaríamos cerrando el año estando en una zona cómoda de la clasificación, con nuestras dudas e incertidumbres, por supuesto, pero mirando la zona peligrosa con cierto y relativo colchón, nos certifica que nuestros deseos futbolísticos se hicieron realidad.
Y sí, ha llegado el momento de volver a brindar, y en esta ocasión podremos hacerlo desde nuestro sitio, que es la élite. Y este año brindaremos exigiendo más ambición al equipo, que nos corresponde estar todavía un poquito más arriba en la tabla de clasificación y de reojo soñando con esa quinta copa. Sean libres deseando y soñando que a veces los sueños y los milagros, se hacen realidad.
¡Felices fiestas pericos!