El encuentro de este domingo frente al Villarreal es uno de esos partidos psicológicos. Un ‘match’ que puede cambiarlo todo. Si se gana (que se ganará) entraremos en una espiral de positivismo difícil de parar y del que gozaremos a lo largo del parón. Y si se pierde, aparecerán las dudas (incomprensibles o no) que ya asomaron tras el empate de Vallecas y algunos empezarán a ver el globo pinchado.
El Villarreal se ha convertido en una de nuestras ‘bestias negras’. A pesar de ser un club sin demasiada historia en Primera y con una afición que hace dos décadas solo se medía a la del Castellón, en la última década nos ha dado sopas con ondas, a pesar de un paso efímero por Segunda. Ha sabido crear una gran cantera, y lo que es peor, ha venido de forma reiterada a pescar en nuestra necesidad -cómo malvendimos a Eric Bailly-.
El Villarreal representa lo que a día de hoy persigue el Espanyol: ser un equipo que juega habitualmente, cómo mínimo, en la Europa League. Creo que es el conjunto español que más partidos ha disputado en esa competición. Eso es lo que necesita el Espanyol para salir de la mediocridad, ser un ‘ciudadano’ europeo.
Ahora hemos sabido que el parón en el proyecto Chen no se debe tanto a las restricciones del gobierno chino, sino a los propios problemas económicos del dueño de Rastar Group, que debe hacer frente a los compromisos adquiridos con los inversores que le prestaron dinero para comprar el Espanyol. Un frenazo que se ha visto reflejado este año en la rebaja del famoso límite salarial, ya que hemos sido el único club de LaLiga que ha presentado unos números a la baja.
Pero parece que se ha abierto la veda y lo que hasta ahora era ‘política de puño cerrado’, con recortes continuos y estrecheces presupuestarias, ha cambiado con la llegada de Roger Guasch y se han roto las costuras, y nos hemos (se han) lanzado a la lucha en primera línea: inversión en ejecutivos de primer nivel y firma de contratos con hasta cuatro consultoras punteras (o sea caras) para desarrollar proyectos en clara tendencia expansiva. Choca bastante cuando la prioridad siempre debería ser que ‘el dinero tiene que estar en el campo’ y ahí, en el campo, hemos partido esta temporada con un equipo menor, haciendo un balance de entradas y salidas.
La primera gran medida de esta nueva era, la campaña de renovaciones, parece que será un fiasco y nos quedaremos, como mucho, en 23.000 socios. Veremos en que se materializan todos esos ‘informes’. Las consultorías le están saliendo al club por un ojo de la cara y de momento no se ven grandes mejoras. Mientras no lo tengamos que pagar los socios con más subidas…