En 1986 formé parte de la precandidatura a la presidencia del RCD Espanyol que encabezaba Oscar Pitarch, con “Alcem el vol” como eslogan de campaña. Evidentemente, no os voy a hablar de aquella bonita experiencia de juventud, sino de la actualidad perica marcada por un bochorno que en cualquier otra empresa del mundo, sería motivo de ceses y dimisiones masivas.
No voy a escarbar en lo sucedido en las últimas horas de mercado, ni a prodigarme en adjetivos que resquebrajen aún más nuestra moral y estado de ánimo. Es momento de unidad social, de olvidar disputas de grada y debates cainitas, y centrarnos en lo que verdaderamente nos importa: el futuro de nuestro RCD Espanyol. Un futuro en el que los socios y aficionados debemos defender con la fuerza de nuestro Sentimiento, como única arma disponible.
Nueva ocasión perdida para crecer. Enésimo proyecto deportivo que empieza con ilusión y muere antes de alzar el vuelo. Otra situación en la que la afición debe tomar el timón de un barco que navega sin rumbo por aguas turbulentas y que, pese a la tristeza lógica de algunos y rabia legítima de otros, debe levantar la cara con orgullo y mirar a los ojos a los responsables. Los jarros de agua fría y los palos en la rueda del crecimiento los pone el mismo Club, bajo disfraz de ejecutivos que marcan timings en los que no creen y pretenden proyectos para los que no están preparados. Un Espanyol de perfil bajo, del que solo se salva su afición. Entiendo las ganas de quemarlo todo, pero no es la solución. Chen es el dueño del Club y tiene la sartén por el mango, es decir, puede hacer lo que le dé a gana y salir impune del desastre.
Los pericos de corazón viven esta mediocridad como una pesadilla y, de estos, hay muy pocos tomando decisiones y ninguno con la personalidad suficiente para plantarle cara a Chen. El poder del dinero. El chantaje del sueldo. El búnker siniestro como política de empresa. El único dolor que me duele son las lágrimas que vierten los aficionados, las otras son lágrimas de cocodrilos prepotentes y malcriados que nunca debieron vestir nuestra camiseta.
A todos nos gustaría que la limpieza deportiva, dejada a medias por falta de inversión y experiencia, abarcase todos los departamentos del Club. Pero, es imposible. Al presidente / propietario, experto en vender juguetes, no podemos echarle porque ha okupado nuestra casa, pagando deudas y mintiendo sobre sus verdaderas intenciones. Nos guste o no, es el máximo responsable de lo bueno y lo malo, y ha decidido gestionar el Club a espaldas de su afición. En cualquier caso, no dejemos que nadie destruya nuestra fidelidad y haga del cansancio social su aliado.
ALCEM EL VOL, pericos, y hagámoslo unidos. Objetivo: Salvar los muebles, no desertar y llegar con vida a enero. Nos harán sentir vergüenza, pero no podrán con nosotros. Nuestro sentimiento es más fuerte que su ineptitud.