El Espanyol perdió un partido donde quizás mereció, como mínimo, no perder. Un empate hubiera sido lo más justo, pero el fútbol es así y no siempre entiende de justicia. Los resultados no se merecen, se consiguen. La segunda mitad del Atlético de Madrid y la dirección de campo de Diego Pablo Simeone decantaron la balanza.
Vicente Moreno presentó un once interesante y con muchas novedades. Algunas de ellas esperadas y claramente condicionadas por las bajas de Sergi Gómez, David López y Javi Puado, tres teóricos titulares. Fernando Calero, tocado durante la semana, disputó sus primeros minutos de la temporada; Óscar Melendo, también, pues su casillero de participaciones todavía marcaba un ‘0’. Volvió Adrià Pedrosa en el lateral izquierdo tras la operación y Aleix Vidal, que debutaba como titular en la banda derecha, desplazando a Adrián Embarba al sector contrario, a pierna cambiada, una posición que conoce igual de bien tras su etapa en el Rayo Vallecano.
El Espanyol jugó una muy buena primera parte. Generó dificultades evidentes al Atlético de Madrid, que sufrió para controlar la transición blanquiazul y defender los costados de Koke -pivote en la primera mitad- y las espaldas de Trippier y Carrasco, los carrileros del 5-4-1 que planteó Simeone. El equipo de Vicente Moreno no sufrió nada en el primer tiempo y produjo suficientes jugadas y sensación de peligro como para obligar al Atlético de Madrid a cambiar el sistema y tres jugadores tras el descanso.
1-4-3-3 de los colchoneros, con más jugadores por dentro, para dominar y cambiar el guion del partido. Empezó muy bien el segundo tiempo el Atlético de Madrid, que además de aprovechar el enorme potencial de su plantilla (Lemar, Kondogbia, Joao Félix, Lodi y Cunha) tuvo superioridad numérica en el centro del campo, pues Vicente Moreno cambió también el dibujo para pasar, de nuevo, al 1-4-4-2 de las primeras jornadas.
A pesar de no generar numerosas ocasiones y remates a portería, el Atlético de Madrid dominó y exigió mucho más que la primera mitad, y el Espanyol, muy castigado físicamente, no pudo evitar la remontada en un partido que llegó a los 100 minutos de juego.