Si los astros no se hubiesen conjurado en contra, el Espanyol hubiese ganado al Valencia por 2-1 y ahora los pericos estaríamos sonrientes y confiados encarando como motos el resto de la cuesta de octubre. ¿Mala suerte? ¿Lances del juego? ¿Fútbol?
Diego Martínez, preocupado, dijo en rueda de prensa posterior al partido que había sido “uno de los días de mayor frustración” de su carrera como entrenador. Darder, cabreado, en el mismo césped, aseguró que “no se lo podemos poner tan fácil al rival” y Sergi Gómez, el segundo capitán, días antes, afirmaba que “preparamos el partido con una mentalidad de final”. Cierto que, de no haber sido por el error individual de turno, ahora tendríamos 7 puntos y haríamos apuestas sobre cuantos goles se llevaría el próximo rival. Pero, no. Somos el Espanyol y ese viejo dicho que sin sufrimiento no hay paraíso cobra nuevamente sentido y, por más coñas que hagamos al respecto, cansa de verdad.
Cuando partido tras partido se repiten los errores individuales, tal vez la solución está en contratar los servicios de un coach deportivo que trate individualmente a cada jugador. No puede ser que, semana a semana, por un motivo u otro, en este Espanyol vaya aumentando la sensación de que nos estamos metiendo en la boca de un lobo, que sabemos muerde sin piedad.
¿Qué hacemos ahora con la portería, Sr. Catoira? ¿Cuál serán sus prioridades en enero? ¿Cuál es el punto fuerte del equipo? ¿Podremos alguna vez en la vida aspirar a algo importante?
Estamos en un octubre crucial cuyo objetivo no es otro que llegar con vida al 1 de enero. En noviembre nos mediremos con Atlético y Villarreal antes del parón por el show de Qatar, y volveremos el 31 de diciembre con el derbi del Camp Nou. ¡Por eso es tan importante este mes de octubre! Veámoslo en positivo: El equipo reacciona, tiene alma y más gol que futbol genera. Necesitamos un mínimo de 12 puntos y hemos puntuado en el partido más difícil de este Tourmalet deportivo y anímico que nos espera.
La pelota y los errores individuales decidirán si Cádiz es el punto final al crédito de Diego Martínez o el inicio del despegue definitivo. Sinceramente, pienso que será lo segundo. Creo en este entrenador. Confío en él. Necesito que siga siendo mi referencia, mi fe y mi líder deportivo. Si él cae, el proyecto desaparece y nadie desea entrar en una espiral de nervios que conocemos bien y no queremos repetir. Toca alzar el vuelo y toca hacerlo ya.
Haced magia negra, azul, blanca o amarilla, rezad, invocad ritos satánicos, implorad deidades ancestrales, haced lo que queráis, pero ¡ganad en Cádiz! De otra forma, el día de mayor frustración para nuestro entrenador no habrá sido el partido contra el Valencia. Nosotros, los aficionados pericos, somos expertos en frustraciones y no necesitamos otra más.