íster Chen viajó a Barcelona, por primera vez, el pasado mes de noviembre. Entonces, inició las negociaciones para la adquisición del club. Una de aquellas noches, le organizaron una cena en el Botafumeiro y le presentaron al entrenador, un tal Sergio González. En su segundo viaje a la ciudad, en plenas fiestas navideñas, a Míster Chen le volvieron a presentar al entrenador. Ya no era Sergio, se trataba de un rumano que respondía al nombre de Constan Galca. Imagino que, en su tercer viaje a la Ciudad Condal, desconozco si puede ser inminente, Míster Chen volverá a saludar a un nuevo técnico. Es la locura del fútbol nuestro de cada día. En tres meses, tres posibles entrenadores. Como se suele decir, en el lenguaje de los más jóvenes, el propietario chino debe “alucinar pepinillos” Una locura que llega tras unos números absolutamente deprimentes. El Espanyol ha sumado, únicamente, 5 de 24 puntos posibles.
Anoche, en Mestalla, vimos a un Espanyol mucho más intenso, metido en el encuentro y con claras posibilidades de puntuar. Un equipo que disparó en 19 ocasiones a la portería rival. Que beatificó a Diego Alves, en su retorno a la portería y que falló lo que no está en los escritos. Me refiero, concretamente, a la ocasión de Mamadou, en el minuto 6, con toda la portería a su favor. También dispusieron de grandes oportunidades Gerard Moreno, Oscar Duarte o un activo Burgui. En definitiva, el Espanyol jugó para no perder. Es más, hizo méritos para llevarse los tres puntos. Pero volvió a palmar. Con el 0-1, tuvo al rival entregado, roto y desarbolado. Mestalla era un auténtico velatorio. Pero faltó carácter y mentalidad para rematar al cuadro Ché. A partir de ahí, lo de cada semana, la desgracia personificada en duras estadísticas. Si la Real Sociedad de Eusebio no ha ganado un partido fuera de Anoeta, nada mejor que visitar Cornellà para romper la racha. Si Neville y su Valencia no eran capaces de ganar un partido desde el pasado mes de octubre, que nadie se preocupe en la capital del Turia. Jueguen contra el Espanyol y seguro que levantarán cabeza. Y así, una jornada tras otra. Tanto derrotismo conduce, sin remisión, a un nuevo relevo en el banquillo. Nueve derrotas consecutivas, a domicilio, son motivo de clara preocupación. Sobre todo, si en casa el asunto tampoco está para tirar cohetes. Aún así, no me gusta echar mano de tres entrenadores en una misma temporada. De momento, dos ya han pasado por el patíbulo.
Esperemos que el equipo superviva a esta temporada y lo haga en primera división. Pero como un día dijera mi buen amigo Tintín Márquez, esto huele a muerto. Y ahora, la cosa vuelve a apestar a muerto. Afortunadamente, en aquella temporada, el muerto no estaba muerto, estaba de parranda, y se pudo salvar el pellejo. Ojalá este año ocurra lo mismo. Pero la lectura del actual ejercicio es desoladora, sea con Sergio, sea con Galca. Ahora, la pelotita de la remontada estará en el tejado del tercer entrenador del curso. A este paso, el amigo Chen Yanseng se volverá loco de remate. Tercer viaje a Barcelona, tercer entrenador.