A veces, vale la pena esperar. Por eso hoy me siento satisfecho de encontrarnos con este Darder que aglutina ahora la regularidad que, por calidad, ya presuponíamos.
Sergi está de vuelta y me gustaría que lo entendieran incluso sus detractores, esos que por mucho que haga siempre le señalan por haber estado, de cuerpo presente, en el lugar del delito el día del descenso.
El de Artà ha recuperado hasta su puesta en escena: dictador en espacios abiertos, imaginativo en las asistencias, temperamental con los árbitros, incondicional de la entrega, hipnotizador en giros sobre sí mismo que burla rivales mientras le susurra a la pelota que en sus pies se juega al fútbol.
El peso del 10 en la espalda ha encontrado a su mejor mochilero. Quizá el abalorio que le falte al mallorquín sea el brazalete. Ya se lo pueden dar.
Recuperado de obsesiones, ha aprendido a esconder sus imperfecciones. A base de insistir en su modo de entender este juego, los juicios negativos y los reproches van menguando por la realidad de las estadísticas y su ascendencia en el conjunto.
Se hace difícil imaginar un proyecto sin su presencia. Es lógico que tenga ofertas. Es bueno distanciarse de la visión particular para conocer que opinión despierta un futbolista que recibe elogios continuos de los rivales.
Su renovación pasa a ser un asunto capital, que más allá del inevitable aspecto económico, requiere de un ejercicio de actos que consoliden su continuidad y el convencimiento de que ha tomado la decisión correcta. La grada ya le ha demostrado pasión, respeto y en muchos casos, embriaguez de esos detalles que de alguna forma acaban en la red rival.
Ha llegado la hora de los buenos gestores, que deben ser capaces de completar una gran plantilla con refuerzos y con jugadores, como el balear, ya consagrados. Así, la sonrisa que se me dibuja al imaginar el futuro, será la de cualquier aficionado.
La bolita de la renovación ya gira en la ruleta. Cojan sus fichas y hagan juego señores. Y si me permiten un consejo, apuesten sobre seguro. Apuesten al 10. Apuesten a Sergi Darder. Talento de par y pasa.