La mujer del César no solo debe serlo, sino parecerlo. Y el Espanyol es siempre el favorito pero no lo parece. Cuesta horrores tener un impacto real cuando se comienza a pisar el área contraria. Cuanto más cerca del portero rival más baja el rendimiento del Espanyol. En otras palabras: sin Raúl de Tomas el Espanyol no gana al Alcorcón ni aunque el partido durara hasta que Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso se pongan de acuerdo.
Hay que ir acostumbrándose a que los rivales del Espanyol van a jugar a no perder. Es lo que tiene jugar con la mujer del César, lo parezca o no. Con esta premisa es fácil imaginar que a lo largo de la temporada habrá una amplia mayoría de equipos que optarán por cerrarse, mantener un bloque bajo, tener orden y esperar el error del Espanyol para castigarlo.
El Alcorcón, consciente de que sus argumentos ofensivos son limitados, puso el autobús delante de Dani Jiménez. Sin ningún pudor. Pero un autobús británico, además. De los que son rojos, de dos pisos y te llevan a Picadilly Circus si pasas por el aro y pagas la cara Oyster Card.
Al Alcorcón no le importó ceder el balón al Espanyol. Que lo mimara, que lo amasara sin contemplaciones. Estaban cómodos defendiendo y más viendo que el conjunto blanquiazul necesita una aparición mariana para poder marcar.
De la comodidad del Alcorcón nació la frustración del Espanyol. No es nada nuevo. Ya ha pasado en cuatro de los cinco partidos que se han jugado. El Espanyol, por jugadores y aspiraciones absolutistas, debe imponerse a los contrarios, pero de esa superioridad con el balón también nacen las cadenas que le impiden convertir esa posesión en producción ofensiva. Lo mejor de todo es que ante la poca clarividencia en los metros finales hay insistencia. El Espanyol se choca contra el muro porque insiste. Una y otra vez.
El entramado circulatorio del Espanyol debe de dar varios pasos al frente para minimizar las ocasiones en que la bruma se adueña de las piernas. El abanico de recursos es amplio para poder imprimir ese punto de más que se les exige. Sergi Darder comienza a coger el tono y Fran Mérida está demostrando que es un gran organizador y, además, aporta regularidad a la medular para compensar la intermitencia del balear. Ellos dos, con algunos cameos de Nico Melamed, el ‘Monito’ Vargas y incluso Raúl de Tomas movieron al Espanyol por el carril central.
La clave, y donde se debe incidir, es que este proceso no acabe en la ceguera habitual cuando se sobrepasan los tres cuartos de cancha. Más que nada para evitar la agonía que se viene dando en todos los partidos, excluyendo el Albacete.
Es imperativo que el Espanyol encuentre soluciones a ese autobús británico, rojo y de dos pisos con el que van a llegar muchos equipos porque la mujer del César no solo debe serlo, sino parecerlo.