En seis minutos fatídicos se fueron al traste las ilusiones de toda una afición.
El resultado es un castigo excesivo para un equipo y una afición que no merece tanta desgracia. Se había hablado antes del encuentro de derbi descafeinado, pero el resultado lo convierte en un amargo café cortado con veneno que te quita el sueño.
Sergio utilizó todo lo que tiene y lo hizo con el mejor criterio. Sobre el terreno de juego colocó juventud, velocidad y estrategia para parar a un equipo al que cuesta mucho meterle mano. Y la ‘pizarra’ duró 44 minutos. Una primera parte en la que hasta conseguimos adelantarnos en el marcador. Pero tras la alegría inicial por el gol de Sergio García, los pericos, en su fuero interno, dibujaron un mohín de preocupación: “el partido se nos hará muy largo”. Realmente se convierte en una prueba digna de Hércules ganar en el Camp Nou. Si marcas pronto –y más si eres el rival ciudadano, por mucho que digan que ‘pasan’ de nosotros- la ‘bestia’ se despierta y se multiplica. Y si lo fías todo a mantener el 0-0 hasta el final con la intención de desgastar al rival y cazar alguna jugada aislada, tampoco funciona.
Si a la afición se le antojaba ‘largo’ el encuentro tras el temprano 0-1, al equipo parece que se le ha hecho cuesta arriba tras el empate de Messi al borde de la media parte. Gol psicológico porque daba al traste con el planteamiento defensivo casi perfecto y falta de reacción al volver al terreno, donde no consiguen evitar el segundo de la siempre incordiante ‘pulga’ y de ahí hacia abajo a velocidad de vértigo. A partir del 2-1 el equipo perdió el alma y jugaba solo a cubrir el expediente. Perdió la fe en sí mismo y se convirtió en una burda imagen de lo que nos había mostrado en la primera parte. Fue como la bajada a los infiernos del Dante, en el que las almas en pena eran los pericos.
Sergio González se lleva una ‘manita’ en toda regla en su primera visita al Camp Nou como técnico del Espanyol. Una derrota que lo curtirá más aún y le recordará sus derbis como jugador.
Pocas lecturas positivas se pueden sacar de un encuentro en el que el rival se va frustrado del campo porque no consigue meterte 7 u 8 goles. Pero no queda otra que levantar la cabeza, aguantar las collejas de todos esos perdona vidas que nos rodean todos los días y seguir confiando en este equipo.
Esperemos que la derrota sea lo suficientemente dolorosa en el vestuario como para que el equipo se sienta en deuda con la afición y se tome todos los encuentros con la misma seriedad y ganas de la primera parte en el Camp Nou. Con esa seriedad, disciplina e intensidad pocos equipos nos pasarán por encima. Que sientan que el 5-1 es tocar fondo y que no tengamos que volver a oír eso de que “el equipo no ha competido”, lo que a mi entender es sinónimo de “no ha trabajado”, y eso no se puede permitir. 2