El amarillo fundacional vibró en La Romareda. Ningún empate a cero tuvo tal gusto en la historia del Espanyol. Dirán lo que quiera, pero al final fue un armisticio épico en la batalla pasional que llevan por su cuenta dos clubes mucho más jodidos de lo que merecen. No sabemos si le bastará al Zaragoza, pero al RCDE le supo a gloria. Un partido árido para decirle adiós al desierto y lanzarse a vivir en el oasis del reencuentro. Con su Liga, sí, pero sobre todo, con su gente, con su alma. Con un motor que ruge orgullo y resistencia.
David roto, Darder lágrima viva. Los niños (Puado, Nico, Pol), medio locos. Los locos de fútbol, como Diego, como niños. Es esto, este bendito club. Un sentir íntimo que todo condiciona. Un veneno dulce que, una vez mamado, tanto nutre como engancha. Y ante eso, Vicente Moreno ha entendido su responsabilidad: enorme. Y sus socios, brutales Pendín y Pastor, fueron decisivos, empapados ya por las primeras gotas de locura. Y es así que empiezan las grandes historias. Forjadas en la polvareda, salvadas del abismo. Ojalá un buen camino juntos. Porque, como en las grandes historias, lo que uno le da al otro y viceversa puede funcionar.
Entona la juventud en muchos sitios y se estrenó en la Universidad de Barcelona, donde se mordió esta manzana única hace 120 años. Entona a lo argentino: “Otra vez en Primera van a ver a papá…” Y aunque el cántico me genera cierta extrañeza, en el fondo, tienen razón. Porque me miro dentro y el Espanyol es mi padre, es mi abuela: los que gracias al club evoco más: cuestión de lazos. Es el abuelo que casi no recuerdo más que en fotos. Y serán también mis hijos y mis nietos y así hasta más allá de que el fútbol implosione, porque ser perico acaba siendo un gen más, casi involuntario, porque eres EL PERICO o LA PERICA donde vas y, sobre todo, donde sientes.
Un club que te dibuja. Un club que te define frente al mundo y los demás. Un club que te posee hasta mucho más de lo necesario, pero nunca más de lo querido. Porque el Espanyol eres tú y es tu padre y su recuerdo. Y es la seguridad de que seguirás siendo, fundido en este sentimiento loco, surrealista por contexto y tantas veces puesto al límite de forma injusta. El Espanyol. Las venas que te mueven y el son que te baila. Un corazón que bombea en tres latidos (“Es-pa-nyol!”) y que nadie, que bien claro lo tengan, podrá apagar.
Quanta raó i l´essencia del que som, si. Quelcom que portes a dins i no marxa ni amb aigua calenta….
L´unica ombra que tots sabem que existeix és l´ús partidista del nostre nom per segons quins.Una malaltia que no podem obviar que portem a sobre i que no ens deixa èsser, encara ,més grans.
Així, és Uri! Que bonic que ho dius!