Desde que existen las redes sociales efectuar una opinión, para algunos, ya no parece que sea simplemente una opción, sino una obligación. Además, podemos observar que hay opinadores con más o menos criterio, pero muchos con un denominador común: parece que es imposible cambiar de idea. Parece que retractarse sea poco menos que un delito gravísimo o un pecado mortal.
Dicho de una forma práctica, para algunos opinadores, si un día opinan que determinado jugador, entrenador o cualquier idea, por el motivo que sea, no es válida ya nunca más podrá serlo, por mucho que cambien las cosas. Y si existe la posibilidad de un cambio en la situación, al más mínimo error vuelven con el manido “yo ya lo dije”.
La temporada pasada, determinados jugadores que no estuvieron bien, de hecho, fueron la inmensa mayoría, (así nos fue). Pero si este año, están funcionando, se dice y no pasa absolutamente nada. Pasa exactamente lo mismo al revés, hay jugadores a los que se les preveía un buen nivel y que podían aportar cosas interesantes y ahora están desaparecidos. Al final, lo realmente justo es opinar sobre lo que vemos en cada momento sin necesidad de tener filias ni fobias.
Resulta gracioso qu3, si lo haces y practicas el saludable ejercicio de cambiar de idea, hay quien enseguida te reprocha que antes opinabas lo contrario y de algún modo te quiere deponer de tu actitud y que puedas opinar sobre el cambio producido.
Al final, debe resultar estresante para los “yihadistas de las ideas fijas”, ya que querer ser estricto en ideas en un mundo tan complicado como es el fútbol, donde pasar de héroe a villano o al revés, es tan fácil, rápido y efímero como que una jugada fortuita pueda decantar la balanza de un lado al otro.
Humildemente les recomiendo que cambien de idea, siempre que lo consideren oportuno.