Todo el mundo tiene derecho a una última voluntad. Incluso aquellos que acudían al cadalso, sabedores de su ejecución, la tenían. Leí que en Vietnam, un condenado pidió jugar una partida de cartas con su verdugo. La partida iba “a copas”, el reo cargado de oros, no tuvo opción y el ajusticiador acabó ganando. Cuando el sorteo nos emparejó con otro Primera y muchos se querían deshacer del torneo por el mal curso de la Liga, me pedí acudir al patíbulo con los nuestros. Y si había que morir que fuese bien rodeado. Y mira por donde, nos hemos llevado la mano.
La baraja de canteranos empezó con Joan bajo palos, que se va quitando la espina clavada de la temporada anterior; Rubén que ya se ha escapado del túnel y se debe consolidar en la luz que siempre hay al final; un amortizable Roger en el medio y Puado llevando el simbólico brazalete con el que aparecerá en la fotos del primero de los tres goles de la casa.
La buena noticia es el tercer envido a grande de Melamed con asistencia y gol de abusón; Darder que nos heló la sangre cuando caía sobre él la capucha del verdugo en forma de lesión y completó con su robo y gol la trilogía de goles del partido llegados desde la Dani Jarque.
Vini desde la distancia, contribuyó en el adiós a su paisano Pelé haciendo el mejor encuentro desde su llegada y Cesar Montes destacó por la altura y porque la novedad siempre tiene cuota de permisividad; a su lado Cabrera, allanó el debut del mexicano haciendo buena pareja.
Mención aparte para Brian, as de bastos, al que adoptamos como si se hubiese forjado en nuestro fútbol base por el duelo a muerte con Carles Pérez y todo el que asomara y a Expósito le faltó una carta para tener el ‘sota, caballo, rey’ de los mediocampistas: robó, pase y colocación.
Lazo quedó de nuevo apartado, como los ochos y nueves en la brisca; Braithwaite se está alejando de cantar las cuarenta y ya no llega ni a las diez de ultimas, mientras Joselu luce como el as de oros porque siempre te suma. Aleix, comodín con pinta de sota, mejoró el final del carril derecho. Calero, otra sota más, cumplió para cerrar el duelo.
A punto estuvimos de perdernos la partida y la primera victoria en directo del año, por culpa de una ineptitud organizativa en los accesos al estadio. Llegamos a octavos, opción para seguir pensando que a partido único quizá se pueda hacer más de lo imaginado. Sin perder de vista el objetivo, la Copa bien gestionada puede dar más de lo que te quita. Y los últimos en demostrarnos que a los torneos se va a competir, fueron los chavales en la Promises. Que los grandes no sean menos. Y si ganamos la quinta, tendremos un repóker.