En los últimos meses el espanyolismo se ha dado de bruces con la triste realidad y ante las previsiones deportivas de cara al futuro, solo queda acordarse de Miguel de Unamuno y su genial afirmación: El progreso consiste en renovarse. La falta de ambición demostrada por el equipo y la posible continuidad de Rufete está asestando un duro golpe al ya maltrecho estado anímico de la afición. Con este panorama, a los que mandan en el club no les tiene que dar miedo cambiar lo que no ha funcionado. En el mundo tenemos claros ejemplos de cómo renovarse e incluso reinventarse está detrás del éxito de empresas, países y clubs deportivos. Ikea, Coca-Cola, Peugeot o Nintendo serían claros ejemplos. Muchas de estas empresas, como bastantes otras, si no hubieran cambiado ahora, quizás, estarían cerradas.
A Chen Yansheng le pediría que también tomara de ejemplo un país cercano al suyo como Corea del Sur que supo aprovechar una crisis como acicate para crecer. Corea pasó de ser más pobre que Ghana a uno de los diez más ricos del mundo. La clave de este espectacular desarrollo fue el continuo cambio. Si algo no salía se modificaba. Y este domingo la afición pedirá cambios. Los movimientos institucionales de la semana pasada deben tener continuidad en la parcela deportiva. Y el RCDE Stadium parece estar dispuesto a hablar ante el Celta. Yo escucharía a la grada.
El Espanyol se despedirá de la temporada antes de tiempo preso de su falta de personalidad en muchos partidos que le han impedido luchar por metas mayores, algo que ha provocado una histeria colectiva de la afición. La palabra de moda en el fútbol: intensidad. El término de toda la vida: actitud. Han brillado por su ausencia en algunos momentos del campeonato. En muchos partidos ha sido susto o muerte porque el equipo ha estado huérfano de liderazgo, de plan, orden y hambre, que ha hecho que vaya languideciendo hasta desnudar sus peores temores: que la plantilla está descompensada.
Este equipo necesita encontrarse a sí mismo. Renovarse. Reinventarse. Y jugadores como Darder, RDT, Keidi han de ser los exponentes del Espanyol que está por venir. Jugadores con hambre en los que confía la afición. La realidad de la temporada, expresada en algunos momentos con toda su crudeza, muestra que la planificación no ha sido idónea, que el grupo necesita relevos naturales y que, por desgracia, en esta plantilla estaban todos los que eran, pero no todos los que debían. Los cambios, transiciones y relevos en los grupos deben llegar a tiempo, no cuando se olfatea el miedo a una final inminente. El Espanyol ha de empezar la nueva temporada limpio. Siendo un Espanyol nuevo. Es renovarse o morir. La situación en la tabla no es tan preocupante como en otras temporadas. Es más una cuestión de sensaciones. De divertir, ilusionar, volver a ser un equipo que se identifique con su gente. Y esto pasa por un Espanyol sin Rufete.
Amén a todo lo escrito… Sobre todo la frase final.
Rufete y Vicente Moreno los dos de la manita a la calle. Generan cualquier cosa menos optimismo y energia.