En el día que la Marató de TV3 se dedicaba a las enfermedades del corazón, los pericos vivimos un partido no apto para cardíacos. Demasiados ¡uys! y ¡ays! durante el encuentro y con una explosión final que pudo hacer saltar más de una carótida.
Tenemos que hacérnoslo mirar. No podemos vivir tan al borde del peligro. Un partido que, por la entidad del rival, tendríamos que haber ganado con la gorra se nos complicó de mala manera. Vale que los de Sergio no jugaron un gran partido, pero los nervios llegaron más por errores propios que por juego del rival.
Una primera parte tonta. En la que nos pusimos por delante en el marcador gracias a un gol bastante tonto, cazado por un oportunista Caicedo, y en la que empataron los nazarís con otro gol tonto en el que toda la zaga perica falló estrepitosamente. Era otro de esos días ‘horribilis’ a los que tanto nos tiene acostumbrados el equipo, sobre todo contra los de abajo de la tabla. Pases mal dados, sin regularidad en el juego, con excesivas concesiones al rival… un verdadero desastre. El mismo Sergio demostró que se le acaba la paciencia y la pagó con Fuentes al que sustituyó nada más empezar la segunda parte porque en la primera no dio pie con bola, aunque, al parecer, no estaba bien físicamente.
Este equipo tiene mucha más calidad de la que demostró ayer sobre el terreno de juego, pero se complica la vida con facilidad.
¡Y qué decir de nuestra mala puntería! Dos tiros al larguero y fallos incomprensibles a puerta vacía alargaron la agonía hasta el 90’.
El otro día, Dani Solsona explicaba en la comida pre-navideña que hicimos con los colaboradores, que hay jugadores a los que, cuando llegan arriba, la portería se les hace pequeña y no la meten ni queriendo, y otros a los que se les hace grande y la clavan donde quieren. Es la diferencia entre tener gol y no tenerlo. Salva Sevilla, de momento, se apunta a la primera categoría, por muchas ganas de estrenarse que tenga, según nos comentaba en la entrevista de La Grada.
Suerte tenemos de contar dos ases en la manga. Bueno, tres. El primero ‘regresó’ ayer tras unas merecidas vacaciones: Kiko volvió a salvarnos de una derrota que habría sido muy dolorosa. Sergio García, aunque no marcó, mantuvo las espadas muy en alto durante todo el match y el trío de figuras lo completa un Stuani que volvió a ser salvador. El uruguayo nunca falla y ayer perforó la portería defendida por Roberto en el último suspiro del encuentro, desatando el delirio en una grada que no ganaba para sustos. Los nervios estaban tan a flor de piel entre la afición que provocaron que, tras marcar el gol de la victoria, saltara al campo un mini-espontáneo a abrazarse con Kiko, algo que todavía no habíamos visto en el Power8 Stadium.
Sin duda, lo mejor de ayer fue la victoria, pero o nos asentamos en el campo o tendremos que luchar con los de abajo hasta el final, porque los errores de ayer, contra equipos con más de calidad que el Granada, son letales y de esos hay unos cuantos…