Podrán decir que tenemos la piel demasiado fina, o que caemos continuamente en el victimismo. Nos hablarán de historia, de actitudes, de sociología… También dirán que el mercado es el que manda, incluso, que con el nombre que tenemos pues es hasta normal. Pero lo cierto es que en nuestra sociedad pasan cosas que consideramos ya hasta normales pero que, muy probablemente, en la mayoría de sociedades avanzadas no pasarían. Sin embargo, creo que no es nuestro club el más perjudicado en todo este tema, al fin y al cabo, la campaña ni nos menciona –aunque imagino que ahí está el agravio-. Para mí, el más perjudicado es el aficionado culé, que parece esté obligado a sentir Catalunya. Es decir, lo grave radica en tener que canalizar tu sentimiento de identidad o querencia hacia una región a través del sentimiento hacia un club. Mezclamos churras con merinas como diría un tío mío.
Para nosotros, después de sufrir ya demasiados casos de “olvido”, acabo por concluir que el mayor problema es que se cometen tales tropelías sin darse cuenta. No creo que nadie tenga intención de hacernos un colectivo más unido y fuerte de lo que está, con estas intervenciones. Entonces, a uno solo le queda pensar que lo hacen porque les sale de dentro, sin pensarlo. Es lo normal. El pensamiento unidireccional. Es realmente ahí donde radica el gran problema de fondo. Cuando se difuminan los límites de la ética, encima en lo público. Es mucho el entramado social tejido durante tanto tiempo.
Ante esta situación, creo que se ha adoptado por la mejor manera de afrontar epidemias de tal calado: la ironía. No creo que estos temas nos tengan que sacar de nuestras casillas. Además, a nivel político, tampoco entiendo que se haga una campaña turística si estamos todo el día quejándonos del excesivo turismo de nuestra ciudad. Quizás, ahora que el museo del Barça, parece que puede perder la primera plaza como museo más visitado, pues necesitan un empujoncito.
En resumen, el peligro de todas estas campañas, que dentro del sentido común no tendría que ser más que una mera anécdota, es que la gente se las suele acabar creyendo. En esta sociedad de la inmediatez y de los slogans, lo sencillo, lo fácil y lo de la mayoría cobra fuerza. Cortita y al pie. Sin embargo, no deja de ser preocupante, ya que tanto nos quejamos del turismo de baja calidad que llega a nuestras tierras, que el museo de un club deportivo sea el más visitado. Culturalmente hablando, no nos deja en muy buen lugar.