Duele que te empaten en el descuento. Duele mucho. Íbamos a dormir líderes, pero que la obsesión no nos haga perder el norte. Puede doler la forma del empate, pero no el fondo. Todos los pericos del mundo estábamos delante del televisor. Ellos han conseguido engancharnos. Somos colíderes en la décima jornada, y no duden que lo sucedido en la segunda parte hará reflexionar al míster y a los chicos. De este empate aprenderemos en el futuro. Denles tiempo, pero no duden de la forma en que han llegado hasta aquí ni de su ambición. El mítico sabor agridulce.
Un empate odiado durante cinco minutos pero, una vez vuelta la cordura, debemos valorarlo como se merece. No hay rivales fáciles y el Espanyol es temido. Piensen que cuando un equipo se instala en zonas a las que no pertenece, llega el pánico. Y todo proceso de aprendizaje pasa por sus respectivas etapas de formación. A eso se le llama experiencia. Siguen pasando jornadas y cada vez estamos más arriba. Eso es de agradecer. Rubi y Sergio González merecían el reconocimiento del fútbol con este reparto de puntos. Dos entrenadores, sufridores, que han sabido esperar en silencio y casi en el olvido para que llegase su momento y demostrar su valía. A los dos, felicidades. Y a usted, que me lee, también. Por sufridor e inconformista. Este es nuestro ADN perico.