Cada año, llega un momento en que la temporada parece agonizar. Ahora se está produciendo ese justo instante. Creo que me equivoco poco si digo que vivimos un tramo vital de un sufrir relativo en el que a pesar del optimismo relativo (hablo por mí) te dejas ir del todo: que perdemos, pues te cabreas de lo lindo; que ganamos, piensas que ya era hora que corrieran estos cabrones. Y perdón por la expresión, es propia de una tertulia de bar, pero ahí están los pericos, deseando que llegue por fin el día… de la ¡salvación! Que va a llegar, pero… ¡cómo se resiste!
Tras esta temporada de vaivenes, aciertos y desastres, contenerse al escribir cada semana del RCDE no está siendo nada sencillo. No está siendo un final fácil que digamos. Para los aficionados por supuesto que no lo es. ¿Cómo os sentís? ¿Qué pensáis en global de cómo ha ido transcurriendo esta vorágine deportiva que empezó hace ocho meses? ¿Vais a ir hoy al campo? ¿Un martes a las ocho de la noche? ¿De verdad? ¿Creéis que los jugadores van a ir a por los cinco partidos que quedan? ¿Se os hace largo este final?
Ya sé que no es momento de reproches. Lo dijo Javi López tras la derrota ante el colista. Y lo dijo también el grandioso Pape Diop en el Hat-trick Espanyol este domingo pasado. Ellos están enfadados, pero no os equivoquéis: a los profesionales les va el sueldo, el prestigio, la carrera deportiva, etc. Pero a los aficionados les importa algo más que el propio orgullo: les duele el alma perica y rebelde y les puede el hastío grupal con el que se encuentran en demasiadas ocasiones.
¿Los saben los jugadores? La respuesta es obvia: sí. Entonces, ¿por qué tropiezan una y otra vez con el mismo error? ¿Por qué se repite la falta de actitud? Nos hacemos cargo de que salir ahí al campo no es fácil, que todos tenemos días mejores y peores… pero creedme, caer una y otra vez en la inoperancia es desesperante.
¿Lo sabe eso Galca? Me imagino que sí. Esta misma semana se ha vuelto a cuestionar su continuidad, es el hombre triste de las sietes vidas, que en la última rueda de prensa mostró enojo a su manera. No dudo de la profesionalidad del míster, pero cuando la necesidad apremia, las justificaciones ya no convencen. El único consuelo, y el más triste, es alegrarse de las derrotas de los rivales. Esperar eso, y que tu equipo saque el pundonor en el momento necesario para salvar una temporada nefasta.