Examen final, sin recuperación. Prueba para sacar nota, para buscar la excelencia a un curso que, por lo bien que ha ido en líneas generales, ha propiciado que el ‘cateo’ del pasado curso haya quedado en un simple borrón en el expediente. No ha habido males mayores y el Espanyol ha recuperado la categoría. Se ha aplicado el conjunto perico, ha hincado codos y las clases de repaso aceleradas de Vicente Moreno han surtido efecto. Aunque, al final, con el aprobado pareciera que se dieran por satisfecho. Fue como si no les importara sacar nota en Segunda división. Aunque si el propio profesor admitía antes de la prueba clave que “mi percepción será la misma si quedamos primeros o segundos”, no es de extrañar que el duelo en Santo Domingo fuera más típico de un torneo de verano que de lo que era realmente. Quizás ahí estuvo el error. El de este último partido, el del anterior ante el Tenerife… Y no. No es lo mismo quedar primero que segundo. Se trata no solo de dinero, también de prestigio, de pundonor. De ambición. ¡Menudo partidito chicos! Estar ya en Primera división no es consuelo. De verdad, el Espanyol resta vida. ¡Con lo bonito que es un título! ¡Y lo que cuesta!
La felicidad completa, no existe
Hace unas semanas nos congratulábamos por el ascenso, qué menos. Pero ante lo que vimos contra el Alcorcón, uno no puede mirar hacia otro lado. Ha tenido el Espanyol varios ‘match ball’ para amarrar título, Zamora y Pichichi, y al final, al margen de los reconocimientos individuales, casi sin querer, campeonaron. ¡Lo de este Espanyol es de juzgado de guardia! ¡No hay derecho! Cierto es que la felicidad completa no existe, siempre hay algo que lo impide, y en este club parecen empañados en recordárnoslo, en darnos disgustos y hacernos sufrir innecesariamente. La vida no siempre puede ser maravillosa, cada día no es domingo… Cierto, pero no era tan complicado. De verdad. Solo se trataba de poner el broche final. De tener un final todavía más feliz. Pero ya saben, “som l’Espanyol, i això és la nostra vida”. El día en que deberíamos estar contentos por un ‘triplete’ -título/ascenso, Pichichi y Zamora– que hubiéramos firmado ante de iniciar el curso, terminamos refunfuñando.
Con sabor a pretemporada
La última alineación del Espanyol en Segunda división, con los años, cuando sea consultada y comparada causará, como poco, cierta incredulidad si se compara con el once tipo que ha guiado al equipo hacia la consecución del doble objetivo: ascenso y título. Y es que entre bajas, internacionales y sancionados, el conjunto perico se jugó ser campeón en Santo Domingo con un joven Omar, de tan solo 17 años, en el lateral diestro, con Pol Lozano en la medular… Demasiadas ausencias. Fueron un total de ocho futbolistas del filial los que completaron la lista y ver tantos dorsales altos bajando del autobús de la expedición perica fue, cuanto menos, extraño. Y eso, junto con el tiro de cámara, las dimensiones del campo y la puesta en escena en general, ritmo y esas cosas, evocaban más a un partido de pretemporada que a una última jornada liguera en que ambos contendientes se jugaban permanencia y título.
¡Mayday, Mayday!
Ante lo visto en las últimas jornadas, volvemos a la casilla de salida. Habiéndonos cerciorado y aprendido que este Espanyol tiene un gran once y un problema cuando uno echa la vista al banquillo. Eso en Segunda división, ¿se imaginan el curso que viene en Primera? No hay que escatimar en elogios hacia un plantel que ha llevado muy bien el peso de ser el favorito en Segunda, un plantel que ha sabido sobreponerse a un mazazo de dimensiones considerables para devolver el estado habitual de las cosas. Vuelve el cuadro perico a su sitio pero, lamentablemente, habiendo empañado un poco la euforia tras el ascenso en Zaragoza con unos partidos infames que no dejan a nadie contento. Temporada finalizada y tiempo para el análisis para los que mandan. Porque como suele decirse, agárrense que vienen curvas.
¡Adiós Segunda división! Esperamos no volver a verte en mucho, muchísimo tiempo. Así como a esta versión conformista, a la vez que desesperante, de un Espanyol que al final, gracias a la Ponferradina pudo cerrar el circulo de volver a Primera, primeros.