A falta del partido que jugamos hoy, en el horario más atípico de nuestra historia, la pretemporada perica más atípica ha arrojado un saldo… atípico. Disculpen ustedes que abuse del adjetivo, conozco otros, pero este me parece el más adecuado y trataré de explicárselo más tarde. De momento, levantemos acta de lo acontecido en estos partidos preparatorios. Para empezar, nos tocó medirnos al Huesca. Si un enfermo se hubiese despertado tras un año de coma profundo, y le hubiesen dicho que se enfrentaban un Segunda y un Primera, no hubiese acertado en qué categoría jugaba cada cual. Al espectador televisivo normal tampoco le quedó clara la diferencia, lo que fue, según se mire, un mérito a la par que un toque de atención: si no se nos distingue de un recién ascendido es que no somos decididamente de Primera. La segunda advertencia la recibimos a manos del Cádiz, que nos dio una apresurada ‘masterclass’ de lo que supone la Segunda división. Una categoría donde no gana el mejor, sino el más perro y hay que venir llorado de casa. La primera victoria, contundente y satisfactoria, no oculta que llegó ante un Málaga en estado de derribo. La alineación que presentó el equipo malagueño distó bastante de la que dispondrá en la liga… o no. Tienen un presupuesto de 4 millones de euros, es decir, el sueldo de alguno de nuestros cracks. Hay que ver cómo ha cambiado este Málaga, de quedar fuera de las semis de la Champions en 2013 a convertirse en un inquilino perenne de los sótanos del fútbol profesional. ¿Saben lo único que no ha cambiado en siete años? Efectivamente, el jeque. ¿Es un aviso a navegantes? Esperemos que no.
Resumiendo, con lo visto hasta hoy, todavía no somos capaces de ver el potencial del equipo. Antes les decía que la pretemporada no podía calificarse de otro modo que de atípica y me explico. Puesto que el objetivo de todo ensayo es prepararse para lo que ha de venir, resulta un poco curioso que estemos preparando a una plantilla que no sabemos si vamos a tener. Las próximas semanas pueden propiciar muchos movimientos que afecten a las piezas clave. Pero todavía hay más, vamos a afrontar cuatro jornadas de liga con algunos jugadores diferenciales mirando de reojo al mercado. ¿Como reaccionarán Roca, Darder o Cabrera si finalmente han de quedarse? ¿Se decidirán a mentalizarse para lo que viene o seguirán sin ponerse el chip de Segunda esperando mejor fortuna para salir en enero?
Sabemos que faltan refuerzos, pero chocamos ante una realidad curiosa. ¿Algún equipo tiene un central zurdo mejor que Cabrera? ¿Un mediocentro mejor que Roca? ¿Un delantero mejor que Raúl de Tomás? No. Tenemos los mejores nombres de la categoría, pero con nombres no se sube, eso ha quedado sobradamente claro. Si toda la plantilla hubiese hecho el cambio de mentalidad no harían falta demasiados fichajes. Nadie tiene más jugadores diferenciales, pero en Segunda división lo único diferencial es el hambre. Espero que Vicente Moreno, cuya mejor noticia es que parece un tipo normal, se haya plantado ante ese vestuario, les haya mirado a los ojos y les haya preguntado sin ambages, “¿tienen ustedes hambre, señores?”.