Que sí, que todos estamos muy ilusionados con el Espanyol de Rubi, yo el primero. No quiero aguarle la fiesta a nadie, pero solo pretendo recordar que el club ha dado un paso atrás. O ha bajado de las nubes, si lo prefieren. Hemos pasado del ‘en tres años estaremos en Champions’ de Chen Yansheng al ‘partido a partido’ de Javi López en la entrevista que publicamos en este número. Afirmación, por cierto, con la que todos los estamentos del club están de acuerdo. Aunque también es cierto que con la máxima ambición. ‘Darderismo’ lo hemos bautizado tras unas declaraciones del mallorquín que alguien con muy mala baba sacó de contexto -se ha de tener pocas luces para no entender las palabras del genio de Artà-.
Recapitulemos. Tras dos años de contratos al alza, Quique Sánchez Flores y en los que esto parecía can pixa hasta que alguien se dio cuenta de que los números no cuadraban, todos hemos regresado a la tierra. Nada de ‘ahora que nos ha comprado un multimillonario, seremos como el Manchester City’. Eso, al principio y para los más iluminados. Mr. Chen se encargó rápidamente de anunciar, tras tapar varios agujeros, que quería que el club fuera autosuficiente. Y lo dijo muy en serio. Tocaba volver a apretarse el cinturón. Como siempre. Nada nuevo bajo el sol.
Y es con este panorama bajo el que se ha construido el nuevo Espanyol. Un entrenador de perfil bajo, la salida del estandarte de equipo y afición, un solo fichaje -pero el más caro de la historia del club, todo hay que decirlo-, la imposibilidad de realizar más incorporaciones hasta que no se libere masa salarial y rivales en pretemporada que ni fu ni fa.
Son seis victorias en seis partidos jugados este verano y con un fútbol que hacía años que no veíamos, cierto. Pero que nadie lance las campanas al vuelo. Solo es pretemporada, y la pasada campaña en la preparación se ganó al Borussia Dortmund (1-0) y hace dos cursos se empató con la Juventus (2-2). Todos nos frotábamos los ojos y ya sabemos lo que acabó pasando. No nos dejemos llevar por la euforia; lo importante llega el sábado. Aunque sí, la ilusión no nos la quita nadie. Somos pericos y somos así.