Aunque es pronto para emitir un juicio con suficientes argumentos, no se le puede negar a Galca que lo suyo ha sido un buen aterrizaje. Dos partidos, dos victorias. La eliminación del Levante cuenta como punto a su favor, aunque en realidad poco pudo hacer aparte de recuperar a un veterano como Salva Sevilla para el equipo en la recta final de aquel encuentro. Pero en este su primer partido de Liga, y en casa, ya se ha visto claramente su mano. Supongo que si Galca hubiera podido elegir un rival para el estreno ‘en serio’ frente a la afición habría pedido al Las Palmas. Un equipo que plantea un juego similar al que el rumano quiere imponerle a los suyos: ir siempre a por el partido, con verticalidad y teniendo el balón, pero con la ventaja de que está en descenso, tampoco se trata de tirarse al río…
Lo más destacable del encuentro de ayer fue que desaparecieron los nervios. Aunque los canarios tuvieron sus ocasiones, en ningún momento vimos peligrar el partido. Recuperar la famosa contundencia defensiva no fue tanto mérito de la línea de atrás, que estuvo correcta, sino de que la ‘batalla’ se libró casi siempre en tierras canarias. Con todos los jugones arriba y un centro del campo bien marcado por el mariscal Diop, las acometidas pericas iban ganando en intensidad.
E n lo que sí que hay que quitarse el sombrero ante el nuevo mister es en su aportación desde el banquillo. El cambio de un Gerard muy revoltoso por un cerebro como Salva Sevilla le dio la puntilla al partido. Cuando Sevilla juega ahí, por detras del punta, sus pases son como naturales y mueve el balón de izquierda a derecha con acierto y velocidad. Y si tiene de compañero en las tareas de creación a un jugador con la clase de Marco Asensio y un killer con la pólvora de Caicedo arriba, el gol es solo cuestión de tiempo. También es justo destacar el trabajo colectivo del equipo que corrió y luchó sin descanso hasta el final.
Pero el verdadero acierto de Galca sería que Salva Sevilla tuviera continuidad y fuera, en adelante, una pieza básica del equipo, porque si hasta ahora no lo era es porque el mismo había desaparecido de los partidos.
Ayer el equipo dio un pequeño paso ganando por la mínima, pero fue suficiente para colmar el hambre de una grada atenazada por los nervios y necesitada de alegrías. Los jugadores, que se comerán en paz los turrones, ayer se quitaron un gran peso de encima. El calendario les da una pequeña tregua, pero a la vuelta les espera un verdadero torbellino. Galca, dales deberes para las vacaciones para que se aprendan bien la lección.