Ya estamos metidos de pleno en el verano. Esa estación tan propicia para los culebrones futbolísticos que, de momento, en el Espanyol se han reducido a rumores sobre posibles compradores de la entidad y al famosos partido de la temporada 2013-14 ante CA Osasuna, en Cornellá, que acabó con unas sospechosas tablas en el marcador. En definitiva, que se ha hablado muy poco, por no decir nada, del equipo o de los jugadores que deberán afrontar el próximo ejercicio liguero y de las posibles altas o bajas. Afortunadamente reinó la coherencia y el sentido común y Oscar Perarnau seguirá trabajando desde la dirección técnica para mejorar el nivel de la plantilla, con los escasos recursos de que dispone, lo cual magnifica, todavía más, su enorme y sacrificado trabajo.
Vayamos por partes. Tema Osasuna. Como reza cierta expresión popular, “no me gusta cómo caza la perrita”. Siempre he defendido la tesis según la cual, en el fútbol español se manipulan y se compran y venden partidos. Como en Italia, como en Francia o como en cualquier otro país que ha vivido situaciones fraudulentas, primero investigadas y, posteriormente, penadas. Y si el señor juez ha dictado descender al Marsella, a La Juve o al Milán, a nadie le ha temblado el pulso y se han aplicado las leyes, a rajatabla. En nuestro país, en la liga española, todos conocemos partidos que, como mínimo, desprenden un olor a sospechosa pudredumbre. Lógicamente, para denunciar, es necesario aportar pruebas concluyentes que demuestren que se ha obrado de forma delictiva. Eso es lo que nos falta a casi todos. Las sospechas se quedan en meras interpretaciones o conjeturas que no conducen a nada. Pero les aseguro que en España, en esto del fútbol, no somos hermanitas de la caridad, a pesar de que que, en los últimos tiempos, cierta monja muy futbolera asume mayor protagonismo en los estadios que los propios jugadores.
Parece que al clero también le pone la cuestión del baloncito. Pero el tema no va por ahí. No es cuestión de conventos ni de votos religiosos. El gran problema radica en que, hasta ahora, se ha hecho vista gorda y no ha interesado profundizar. Entre otras razones, porque no era cuestión de ensuciar el impoluto nombre de algún grande de nuestro fútbol. Aquí sí que se puede decir aquello de “que con la Iglesia hemos topado”. Y no negaré tampoco que entidades de menor rango económico, también hayan podido mover maletines a lo largo y ancho de la geografía española. Ahora, con el tema Osasuna, dos jugadores del RCD Espanyol, el capitán Sergio García y el internacional Kiko Casilla, se ven implicados en el famosos sumario, lo cual no quiere decir nada ni debe preocupar más allá del típico trámite procesal que está cumpliendo el asunto. De entrada, respeto absoluto a la ley a la presunción de inocencia que merece cualquier ciudadano. Pero el asunto pinta mal, pinta feo. Y lo digo en general, sin particularizar en nombres ni apellidos. Lo único que tengo claro es que debe llegarse hasta el final y, caso de culpabilidades, que los involucrados sean duramente sancionados, de cara a mantener el prestigio y el buen nombre de la competición. Por encima de todo existen unas entidades que merecen un respeto y sería de todo punto intolerable que los futbolistas, o los directivos, se dedicaran a mangonear y a mancillar el nombre de instituciones que generan unos sentimientos entre sus aficionados.
Seguiremos atentamente el desarrollo de todo el proceso judicial y, al final, valoraremos el comportamiento de los imputados. Y en ese momento sólo prevalecerá el imperio de la ley y la estricta aplicación de la justicia. Sin bufandas ni banderas. Por la higiene en el mundo del fútbol. Y si existen tramposos, que se alejen del mundo del deporte. Para siempre.