Cuando todos los equipos preparan el inicio de la temporada y las aficiones intentan encontrar motivos con el que ilusionarse de cara a la nueva campaña, desde hace 12 años cada ocho de agosto el espanyolismo echa la vista atrás. Se detiene para recordar el momento más triste de su historia. Y es que ese día, lo que iba a ser una noche más en un hotel de concentración, se convirtió en Coverciano (Florencia) en una tragedia que zarandeó al Espanyol, que sufrió la pérdida de su capitán, Dani Jarque, por un ataque al corazón. La noticia conmocionó al fútbol español. Seis días antes, Jarque había sido el capitán del Espanyol en la inauguración del nuevo estadio de Cornellà, un día festivo con el Liverpool como invitado.
La tragedia se presentó en casa sin avisar y recién mudados. Y mudos y destrozados nos quedamos al pasar abruptamente de la fiesta por la inauguración del RCDE Stadium al funeral de Jarque. Todo resultó bastante incomprensible. El corazón de Dani se paró de golpe. Muchas veces me he preguntado por qué. No hay explicación. Misterios de la vida. Pero su recuerdo impulsa que el corazón de todos los pericos siga latiendo con fuerza como en cada minuto 21 que el Espanyol juega de local. Sin duda, es el minuto más emotivo en la historia de nuestro club. Y uno de los principales motivos por los que quiero volver al estadio. Para volver a aplaudirle, no recordarle porque eso lo hago muy a menudo. ¡A Dani es imposible olvidarle!
Nadie podía imaginarse ese fatídico día que sucediera lo que pasó, y hoy en día sigue costando imaginar que Dani Jarque no esté entre nosotros.
El defensa de Sant Boi había conseguido lo que sueña cualquier niño perico: logró entrar en la cantera del Espanyol con solo doce años, debutó con el primer equipo, ganó un título, jugó la final europea de Glasgow y lució el brazalete con el mayor sentimiento del mundo. Todos lo veíamos como el gran referente para estrenar el RCDE Stadium. Pero no los arrebataron sin darnos cuenta. Se fue rápido. Y muy pronto. Cuando parecía que lo más difícil había pasado, la muerte irrumpió escandalosamente en el momento fundacional de una nueva era para el Espanyol.
El recuerdo de Dani está presente cada día y se hace duro no verle en el Espanyol, pero mientras haya una sola persona que le recuerde, siempre estará entre nosotros. Y muchos no lo pensamos olvidar en nuestra vida.
Un abrazo, capitán.