El descenso hizo mucho daño. Demasiado. Abrió una herida, creó inseguridades… De hecho, podemos hablar en presente: el último descenso hace mucho daño. Sí, a día de hoy aún y pese a haber vuelto a Primera a las primeras de cambio. También nos ha abierto los ojos, nos ha demostrado que ser autocomplacientes y conformistas solo lleva a rebajar el listón, a jugar con fuego y acabar quemándose. Aunque los conformistas no sean mayoría, sino todo lo contrario. De ahí a que haya un clamor popular que pida refuerzos, una cierta revolución. Porque no quieren un nuevo desastre. Se lo ven venir y de ahí la insistencia. La pericada lo sabe bien, y en el club, por mucho que quieran mirar hacia otro lado, también. ¿Están maniatados? Eso está claro, pero visto que fuera hay barra libre –todo el mundo ficha sin garantías de inscripción pese a que al final todo tendrá un final feliz–, quizás ha llegado la hora de desmelenarse y de desterrar el maldito límite salarial. De hecho, creo que ya he llegado a soñar con él. Tampoco hay que tirar la casa por la ventana, como hacen los vecinos pese a realizarlo impunemente, pero en esta vida, como suele decirse, quien no arriesga no gana.
Por eso, ahora le toca al club abrazar el Darderismo. Porque sí, lanzarse a fichar y generar ilusión –además de cubrir unas necesidades más que patentes– es Darderismo. Porque tiene que ser el club el primero que dé motivos para que la afición vaya detrás. Una afición a la que, pese a que siempre está ahí, incluso en los peores momentos como se ha demostrado en Segunda, hay que darle alicientes, premiarla. Y no solo renovando su carnet de socio automáticamente. La masa social perica quiere aparcar el sufrimiento, está con ganas de volver al campo y hacerlo para disfrutar. Quiere, como ya hizo en la 2018-19, abrazar el Darderismo. Está deseosa de soñar en grande, pese a saber que si hay algo que en la vida, y especialmente en este club, hay que tener claro es que los pies deben estar en el suelo. A nadie se le escapa que la permanencia es el primer objetivo, pero ese es el matiz, el primero de muchos que puede haber. Ya lo dijo este viernes Darder, siempre hay que aspirar a más, al máximo. A estar siempre lo más arriba posible. Ese es el Darderismo que debe imperar. Porque si hay esto hay menos autodestrucción, victimismo y tristeza, algo de lo que, lamentablemente, la vida ya va bien cargada. De eso no hay duda, como tampoco de que el área deportiva tiene en sus manos el Darderismo de mucha gente. Su ilusión.