Se abrió el telón de la Dani Jarque para teñir de blanquiazul un martes festivo que se presuponía algo tenebroso para los pericos porque, tras 12 jornadas ligueras, el equipo no acaba de arrancar. Sin embargo, ayer se congregaron cerca de un millar de pericos en el entrenamiento del primer equipo para demostrar, una vez más, que esta afición nunca se rinde.
Parece ser que vuelven a retomarse sanas costumbres y que, aunque sea a cuentagotas, los más pequeños podrán ver de vez en cuando como entrenan sus ídolos. Y sí, menciono directamente a los niños y niñas pericas porque, en matinales como la de ayer en Sant Adrià, son los más importantes.
Más allá del recuerdo imborrable de una experiencia como esta, de los balones y las camisetas firmadas o de las fotografías que ayer se pudieran hacer… Una jornada como la de ayer va mucho más allá y hoy todos esos periquitos y periquitas volverán a sus colegios y, probablemente, su profesor les pregunte: ¿Qué habéis hecho estos días?
Me juego lo que quieran. La respuesta está clara: todos los ayer presentes hoy contarán orgullosos que fueron al entrenamiento del RCD Espanyol. De hecho, estoy convencida de que muchos dirán esto incluso antes de compartir con sus compañeros como celebraron la castañada o de que se disfrazaron para Halloween. Y, aunque nos duela que así sea, ese será uno de los pocos momentos en que, por motivos futbolísticos, ese niño o niña sea la envidia de toda la clase.
Ahí está la clave. En los pequeños detalles que dan a todos esos periquitos y periquitas un motivo para sacar el orgullo blanquiazul que llevan dentro. Probablemente, son más pericos que el palo de la bandera, pero cuando se es pequeño y en clase se está rodeado de culés y merengues no siempre es fácil lucir los colores que uno siente.
Del mismo modo que muchos de ustedes, durante mi etapa educativa tuve que aguantar muchos comentarios por ser del Espanyol. En días post-derbi, tras derrotas abultadas o simplemente por sentir en blanquiazul… Por parte de compañeros y por parte de profesores. Siempre desde el respeto y del cariño, pero llega un punto en que cansa.
Una de las veces que me harté y acabé saltando fue con un profesor que, cuando ponía un ejemplo en el que había un rico y un pobre, se acordaba del Espanyol. Ni falta hace decir que papel nos tocaba según él en la historia. Finalmente, un día le dije delante de toda la clase que “debían ser muy importantes esta gente del Espanyol porque a pesar de no estar en el libro, no paras de mencionarles”. En ese instante él se quedó sorprendido, ya que no esperaba contestación alguna, y mis compañeros dejaron caer alguna que otra carcajada.
Evidentemente, yo no me sentí más perica por esa contestación, pero sí sentí el mismo orgullo que me suponía ir de pequeña a la Dani Jarque a pasar la mañana haciéndome fotografías con todos los jugadores y a que me firmasen mi camiseta.
Así que sí, aunque pueda parecer una tontería, la clave está en hacer que los detalles sí sean para tanto. La jornada de ayer fue un éxito. Hizo disfrutar a todos los pequeños y servirá para motivar al equipo. Aprendamos la lección. Hagan que los detalles sean para tanto y abran pronto de nuevo las puertas de la Dani Jarque.