Colotto provoca el estallido y todo se transforma: Sergio ya no parece tan “becario”, según los críticos poco originales; la actitud final valida la lectura del partido; y la crítica, después de todo, se suaviza. Es lo que tiene este Espanyol: pese al bloqueo de demasiados minutos, pese a fundirse ante el arreón del rival, pese a parecer tras once jornadas aún desconcertante, sabe llegar vivo a todos los partidos. Siempre puede luchar hasta el final, y lo hace. Siempre suspira por un gol in-extremis que le rescate de su peor versión: como ayer en el primer acto ante el Submarino, donde ni un torpedo lanzó. Y esa virtud, pericada, supone la vida, incluso ante cualquier duda.
El saber competir, más o menos minutos, pero siempre para tener opciones (excepto en el Calderón) equilibra los evidentes déficits de construcción del equipo. Defectos que se manifiestan ante rivales como el de ayer, un Villarreal marcelinado hasta las últimas consecuencias y con ese portento maravilloso en la medular que se llama Bruno. Ante la adversidad, missing Caicedo y sin Montañés, el Espanyol tiene un repertorio limitado de recursos. Todo fue amarillo hasta que un nuevo ejercicio de fe espoleado en el competir uruguayo de Stuani puso el miedo a un adversario en mala racha. Y entonces, ahí sí, mejoró el conjunto. Abraham dejó de ser el mejor del segundo tiempo para que, al fin, lo fueran los que mejoran al resto, los realmente determinantes: Sergio, descolgándose por sorpresa y Colotto, metido a 9 incansable. Gol infartante para celebrar un Espanyol funambulista entre la esperanza y el pánico. Ayer se impuso la primera.
Llegar a un nuevo parón con tal alegría terminal siempre es bueno. Volver después a San Mamés, plaza talismán, no debe asustar. Si este Espanyol cojo se las apaña, favorecido por un nivel general de la Liga poco más que renqueante, tendrá que salirse con la suya más rodado, diga lo que diga el calendario. Debe pulir mucho Sergio, eso sí; como también confiar en el chavaleo del B, los que realmente pueden aportar competencia. En Elche fue Jordán y ayer se vio a Eric. Tipos que aportan dinamismo y ganas de comerse el mundo, aunque eso les suponga alguna vez atragantarse. Todo es devorar. Once puntos tras once jornadas es poco. Suficiente para situarse en la 12ª posición, escaso para ilusionar… pero ya se ha superado un buen tramo de crecimiento y hay que creer en que, con perseverancia, los conceptos van a cristalizar. Sembrar la duda y el debate sistemático no ayudará en nada. Eso seguro.