El actual RCD Espanyol es un transatlántico con mentalidad de golondrina. Por presupuesto, medios y sueldo de la tripulación, los pericos deberíamos hacer cada temporada un crucero por el Mediterráneo y, cada cinco años, recorrer los Fiordos noruegos o los mares del Caribe, pero no es así.
¿Causas? Primera y la más importante es que Mr. Chen, propietario de la naviera, dirige el buque con control remoto como si de un juguete más de Rastar se tratara. Para Mr. Chen, el pasaje no es más que un grupo de clientes a los que una vez al año, hay que recordarles que el amor al barco se demuestra renovando el abono. Alegorías al sentimiento, un vídeo lacrimógeno y promesas de surcar aguas europeas, aunque a la hora de la verdad, las islas griegas se conviertan en las Medes de L’Estartit. China está tan lejos de Cornellà, como Mr. Chen del aficionado RCDE.
Por escalafón, después de Chen vendría Mao Ye. Un abogado al que los caprichos del destino cambiaron su silla en un barcelonés despacho culé, por un sillón privilegiado en el palco del RCDE Stadium. Una variante sigilosa de consejero, cuyo mérito es hablar chino y su función explicarle al jefe lo que quiere oír.
Después tenemos al Sr. Durán, capitán del barco y, al parecer, experto jugador de PlayStation, se marea navegando y le da miedo el mar. No hay forma de sacarle del puerto de Barcelona, para felicidad de una tripulación que cobrando lo mismo trabaja menos, y desespero de una afición harta de repetir año tras año la cansina ruta Fòrum – Colón. Parapetado en su lujosa zona de confort, navega de espaldas al pasaje sin que nadie se atreva a cuestionar su rumbo.
Y llegamos a la joya de la corona naviera: Rufete, primer oficial y más listo que Jack Sparrow, ha sabido rodearse de fieles grumetes conscientes de que, si no le aplauden, vuelven al paro. Tirando de titulín de menorquina, sigue contratando músicos del Titanic para amenizar la travesía. Afortunadamente, la falta de límite salarial que el mismo echó al mar para dar de comer a los peces, le mantiene en vida aletargada diez meses cada año. ¡Menos mal! Cada vez que toma una decisión, un miembro del pasaje se tira por la borda víctima de un ataque de dignidad y harto de la tomadura de pelo. Su Excel de 2.500 descartes ya no se actualiza ni presionando F5. Rufete no sabe nadar, pero guarda la ropa como nadie. Durán y Rufete, Rufete y Durán. El hambre y las ganas de comer que van achicando aguas deportivas esperando que la tormenta popular no llegue a China y a otra cosa, mariposa.
Hoy el Espanyol tiene dinero, pero no tiene dirigentes deportivos cualificados. Hoy los pericos sabemos que el dinero, en manos de Rufete, no da la felicidad.