Contemplo caer el sol ante La Alhambra, el paisaje favorito, según confesión, de George Bush y escenario del último encuentro liguero, donde se cumplió con profesionalidad. Aquí tranquilo, reviso el álbum del campeonato, de tapa dura fabricado en piel de consejero y director deportivo reciclado.
De la esperanzadora primera página del Sadar viendo a Gori, las siguientes son un puñado de hojas pegadas: Son Moix, Vallecas, Balaidos, Mendizorroza y una tarde de lluvia en el Coliseum, fueron el mismo perro de visitante con collar de local ante Elche y Rayo.
Mojo los dedos y paso rápido la manita en La Cerámica, la goleada del Betis y la comparsa que hicimos en el Bernabéu para celebración del título merengue. Me entran ganas de agarrar por la pechera … esta recopilación.
Algunas unidades sueltas no encuentro dónde encajarlas; tienen ratos de fútbol buenos y malos en la misma proporción. Quizá por eso terminaron en empate las visitas al Martínez Valero, Mirandilla y las que recibimos de Villarreal, Sevilla y Osasuna.
Se me aparecen cómo los asaltantes del tren de Glasgow los robos que siguen aumentando: los 100 minutos ante el Atleti, un VAR mal enfocado en el arrebatado Pizjuan, el penalti al limbo de Balenziaga en San Mamés o los inventados en Anoeta, el Wanda y el clásico de cada curso en la carretera de Collblanc.
Me detengo en las cuartillas que contienen milagros: Cabrera de goleador para el punto en el alargue del Villamarin, Diego frenando al Athletic, descubrir en Mestalla el Jofre del tesoro, aquel voleón de Pedrosa al Granada diseñado en la pizarra de Pendín, la Real cayendo gracias a Yangel y a pesar de Mateu o Wu Lei finiquitando al Celta.
Haciendo balance me sorprende que hay recuerdos que serán perennes en el empate del Ciutat y las visitas de Alavés, Cádiz, Getafe, Mallorca y Valencia con las lágrimas de fondo de David, el buen capitán.
Estoy llegando al final. En las últimas láminas reposan las obras dignas de hueco en el Valhalla blanquiazul: el derbi en casa, un 4-3 de frenopático matinal al Levante y la victoria contra el Madrid, obra cumbre del año.
Guardaré junto a la colección las postales sueltas: el Buda de RDT, el desplante de Embarba, el gol de medio campo de Loren, el hueso al aire de Aleix, corear a Keidi, el primer gol de Melamed, el liderazgo sin brazalete de Darder, los minutos 21 y pinceladas de Melendo, Óscar Gil, Sergi, Calero o Puado.
Obra completada. La cierro y pasa a descansar en la estantería de las temporadas monótonas. Se agolpan unas cuantas. Cogerá polvo y volveremos a ella si es necesario usarla para estadísticas futuras. No perderé la esperanza porque me gustaría decirle a mi equipo lo que canta Calamaro, “en algún lugar te espero”. Mientras llegan, nos conformaremos con seguirlo queriendo un poquito más que ayer, pero menos que mañana.