Melendo electrificó la combinación perica y el Espanyol iluminó un primer cuarto de hora sublime. El menudo gigante del fútbol irrumpió en el once para desparramar el tendido de corriente con Roca y Darder y hasta que Mendilibar no tocó ficha aquello fue el acabóse. Lástima que todo quedara en fuegos de artificio y no en fuego real, una vez porque Baptistao se empeñó en ser el del año pasado, otra porque Piatti no imitó al de hace dos y la tercera porque Darder se excedió en el lucimiento personal. Esos 15 minutos primorosos son una invitación al futuro. Como el gol: Melendo, siempre él, la puso de cine y Hermoso entró a matar: arrojo, potencia y a romper la red. Y la voz de una afición que se emociona. Tanto cuando tan complicado estaba.
Rubi ha traído el bello voltaje al Espanyol, pero no descuida el cortocircuito. No pudo ayer el Eibar, no pudo tampoco el Levante y, menos aún, el Valencia. Este conjunto, incluso privado de David López, sólo ha encajado cuatro goles en seis jornadas. Es un despiporre de buen hacer y una explosión para las cabezas que pensaban que no, que el RCDE ha de jugar siempre a la contra, con un único registro, con raza y entrega y esfuerzo minero. Y Rubi, ya lo ven, está demostrando que no. Que es posible jugar bonito sin descuidar todo eso. Que el fútbol es una invitación conjunta a superar fases distintas. Muchos partidos dentro de cada uno. Muchas batallas que conviene dominar. Este Espanyol, de nuevo alrededor de un Marc Roca tremendo y con el cromo de lujo que supone Óscar ‘Tremendo’ Mel, puede ascender a cualquier sitio. Mr. Chen se habrá levantado contento: Rubi sí que sabe gestionar su fantástica generación.
Sombras, las hay, desde luego. El debut de Rosales tendió a la irregularidad: combinó buenos pases con decisiones precipitadas y le faltó sincronía en el cierre. Sergio García no encontró su tempo, cuando quizá el escenario parecía más propicio. Y luego, claro está lo del Panda, que no funcionó como revulsivo, más allá de generar un córner que no era en el gol y de servir una buena asistencia a Piatti. Pareció que el travesaño del Bernabéu aún resonaba en su cabeza. Y para quitárselo, necesitará una buena noche, un día grande. Dos goles para tomarle la medida a la categoría y desprenderse de presiones inevitables y (ya sabemos cómo son los aficionados, por más que Rubi los elogie) las primeras sospechas. Quizá el viernes. Quizá en Vallecas.
Convendrá acudir a la cita sin triunfalismos y sin que la espuma clasificatoria se suba en exceso a la cabeza. Es un escenario poco propicio para proponer, y más con los madrileños en modo salvación desde ya. Pero yo no me agobiaría mucho, y no lo digo solo por los triunfos. Lo mejor tras cada partido es que cada rueda de prensa de Rubi te lo mejora: ayer, pidiendo olvidar pronto el triunfo ante los armeros y activando más teclas: “¿Roles? Aquí el rol es que cualquiera puede jugar. ¡Fíjate tú qué rol más bueno!” Este hombre vive para la causa y para hacer más felices a la pericada. Este no necesita querer ser un creador de sueños, porque, simplemente, es un hacedor de realidades. Albricias y felicítense una vez más, pero hagan como el míster y piensen que lo mejor aún está por venir.