Escribid en Google: “Copa Catalunya”. Veréis que salen una serie de resultados, más de novecientos mil, con las típicas noticias de este prestigioso torneo. Es ironía, evidentemente. Ahora añadid en el buscador ese término: “prestigio Copa Catalunya”. Ahí está, los resultados de la búsqueda se reducen a un tercio, sólo trescientas mil entradas.
Y si le quitamos a esa cifra dos ceros, nos quedamos con la asistencia de aficionados esta semana en el Nou Estadi de Tarragona a la semifinal de la competición: poco más de tres mil. En efecto, la Copa Catalunya es ese magnánimo trofeo vilipendiado por el máximo auto-representante deportivo del pais petit: el FC Barcelona.
No hay más que volver la vista atrás en su historia, y tirar de hemeroteca, para darse cuenta que el despotismo ilustrado culer ha pasado olímpicamente de este torneo a pesar de ser la máxima competición oficial organizada por la Federació Catalana de Futbol. Año tras año se devalúa más. Y el principal activo de esta devaluación es, sin duda, el FC Barcelona.
Esos que desprestigian esta Copa, son los primeros que luego se aprovechan de la cuestión de la identidad nacional catalana a la primera de cambio. Son los que elevan los cánticos de independencia en su estadio, o silban los himnos y representantes estatales ajenos en las finales. Son los mismos que dicen que si hablas catalán, es la mejor manera de demostrar tus sentimientos por el Barça o acuden a una manifestación independentista a título personal. También son aquellos que nos dicen que si no eres culer, eres pecador. Son los que se olvidan de que el ex presidente azulgrana, Joan Laporta, decía expresamente que su club representa a Catalunya como el Madrid lo hace a España.
En el RCDE, en cambio, sólo he escuchado y leído esta semana que los jugadores dicen que van a por todas, que el entrenador sabe que es una Copa importante porque se lo dijeron cuando llegó, y que va el primer equipo, el presidente y seis consejeros de la Junta a presenciar el encuentro. Gestos que son institucional y deportivamente impecables. Digo yo que mejor ser claros y poner excusas puramente futbolísticas, y decir que la carga de partidos y la mayor importancia de las competiciones en juego son una prioridad. Y que se dejen de paripés, ya vemos todos quién está comprometido con el fútbol modesto.