Inyecta malicia, arrojo veloz y desparpajo, y así dota al Espanyol de un perfil ambicioso que, como ayer, le puede bastar para sacar los partidos. Hernán Pérez es pura mordiente básica para iniciar el viraje del RCDE hacia alguna parte. Dos dentelladas suyas tras intuir la magia de Asensio insuflaron calma al equipo de Sergio y, sobre todo, tres puntos para creérselo de una puñetera vez, ya con Gerard de regreso y con varias lecciones aprendidas a fuerza de palos. Resopló el Espanyol y El Gran Pérez —cuatro goles ya y el hattrick se escapó por poco— marca el camino.
Despeja las dudas el triunfo? ¿Se realizó un salto de juego exponencial? No. Pero hay pequeños pasitos que son básicos para pegar algún día la gran zancada. La actitud, como se vio en San Mamés, parece ya innegociable. Y a partir de ahí, con más confianza, arriba. Lo demostró Pau con un partidazo, recio ante Amrabat y Charles, y hasta con suerte (dos maderas pegó el Málaga). Un gusto su buena noche, justo cuando tantos incluso habían reclamado su suplencia por, supuestamente, mostrar falta de ambición en la sala de prensa. “No sería una tragedia” mejorar la comprensión oral, queridos. Pero, en fin, ya pasó lo mismo con Montañés: se aprovecha una frase para vaciar el sentido global del discurso… y a llenar programas y generar polémicas. Pedrerol, cuánto mal has parido.
Sacó el Espanyol lo que debía del partido: tres puntos de sutura y no meterse en un embrollo fenomenal, porque una derrota hubiera dejado el ultimátum revoloteando sobre Sergio. Al final, ya ven el fútbol, partido 50 con victoria. El 2-0, imbatidos y sumiendo al Málaga en problemas —nada de hermanitas de la caridad, como de costumbre en los últimos años— dejan en nada los numerosos defectos, sí, que aún arrastra el equipo: esa fragilidad que concede ocasiones claras, esa intermitencia quizá fruto de un exceso de cálculo, ese quedarse a medio camino que al final te hace llegar tarde demasiadas veces. Da igual también que fueran al templo sólo 13.000 o que algunos pasaran la velada discutiendo la talla de Víctor Álvarez. El amigo Espanyol andaba jodidillo e ingresado y ahora que mejora no le vamos a discutir que lleva el pijama sucio o que menudas ojeras tiene.
En fin, fue la velada de tributo a Francia frente a la barbarie. Asensio dio la Liberté, el equipo fue Egalité en el sacrificio y la Fraternité la puso Kameni, quizá algo blando en los goles. Al RCDE le toca cerrar filas y trabajar más. A las armas, periquitos.