Parece que el horizonte perico se va despejando. Las últimas declaraciones de los responsables deportivos, incluido el entrenador, han aclarado las dudas que sobrevolaban el nido perico. Y la conclusión es que volvemos a la casilla de salida. El proyecto deportivo, tal como nos lo vendieron con la llegada de Chen, no solo se estanca sino que da un giro radical.
En el Espanyol llevamos mucho tiempo debatiendo sobre qué es antes, el huevo o la gallina; un dilema que no es exclusivo del club perico. ¿Qué es más importante, apostar por un técnico de relumbrón que planifica y ficha en función de su estilo de juego o tener una estructura deportiva que marque las directrices y busque los jugadores que se ajusten a ese plan de club que el técnico deberá ejecutar?
Los entrenadores con espolones, como el nuestro, cuando llegan a un club dan la apariencia de mimetizarse con la institución, pero poco a poco se van haciendo con el control; saben que si van mal dadas su puesto es el primero en caer y para protegerse se agarran a sus propias ideas y establecen su ‘cordón de seguridad’ con jugadores fieles al entrenador, no al club. Y si además, como es el caso, seducen al propietario, se ven con las manos libres para trabajar a su manera.
El cambio que se nos propone (por enésima vez) a un proyecto más ‘de club’ no deja de ser la constatación del fracaso del actual. Además, el coqueteo de QSF con el Stoke City le debió sentar a Mr. Chen como una patada porque hasta ese momento parecía que el presidente se ponía siempre del lado del entrenador.
El Espanyol tiene la mala fortuna de llegar tarde a las grandes citas. Construimos el nuevo campo en un mal momento económico, lo que hizo que saliera más caro y no se pudieran explotar sus posibilidades, y la llegada de más millones por los derechos televisivos ha redundado en una inflación salarial (como ya ocurrió en los 90), por lo que tampoco hemos podido aprovechar ese aumento de ingresos deportivamente como sí han hecho otros clubes. El Espanyol se ha saneado económicamente pero la fuerte inversión deportiva realizada no ha dado sus frutos y la propiedad pide resultados; que se optimice lo que tenemos antes de poner más dinero.
¿Se sostendrá esta vez en el tiempo la apuesta por la estructura deportiva en detrimento de la figura del entrenador? Y lo que es tan o más importante, ¿se logrará el apoyo y la complicidad de una afición escarmentada por tanto cambio sin rumbo? Lo lógico sería, al tratarse de un club de cantera, apostar por esa estructura, más teniendo en cuenta que al frente está un hombre de la casa como Perarnau, pero me temo que el Consejo, cada vez más aséptico, deberá hacer algo más en el plano social para volver a enganchar a la afición. Si no lo hace, corre el riesgo de encontrarse frente a una afición de ‘clientes’ más que de incondicionales y los clientes ya sabemos que exigen buen servicio y resultados a cambio de su dinero.