Rabia. Ese fue el denominador común en las celebraciones de todos los goles pericos ante el Ludogorets. Muestra inequívoca de que este equipo necesita desquitarse. Necesita sacar toda la frustración que lleva dentro por lo mal que va en liga. Beso al escudo, puño arriba y apuntando con el dedo a su afición. Así lo festejó un Melendo que necesitaba reconciliarse con el gol más que nadie. Impecable. Y simultáneamente Machín, en un área técnica que sería interesante saber cuántos kilómetros recorre, también apretó los puños y los movió a modo de ‘¡bien, bien, bien! Lluís, otro canterano que ayer sonrió, mostró el escudo con ímpetu en su estreno goleador. Se emocionó. Los valientes que ayer fueron al estadio vibraron. Y King Kong también compareció. Penalti transformado por un ‘Monito’ que quiso tomar la responsabilidad, también era de los que necesitaba desquitarse, y no perdonó. Tercero en el marcador y nueva muestra de rabia en la celebración. Golpes en el pecho y dedicatoria a la afición. Festival perico. Partido redondo en ambas partes. Algo demasiado bonito como para ser cierto. Sigue el idilio en Europa. Los dieciseisavos son una realidad y en febrero seguiremos teniendo partidos entre semana. Seguiremos disfrutando, teniendo una vía de escape. ¡Qué bonita es la Europa League! Y cómo es capaz de sacar lo mejor de todos los jugadores. El partido de Granero, por ejemplo, fue para sacarse el sombrero. ¡Hasta marcó Ferreyra! Ayer muchos imposibles fueron una realidad. ¡La cantera sacó pecho! No se engañen, Europa nunca estorba.
La ilusión que se desató ese 18 de mayo en el RCDE Stadium tras certificar la séptima plaza y la posterior invasión de campo, sigue ahí. Más viva que nunca por una trayectoria impecable. La UEFA es un regalo y el equipo disfruta jugando con él.
Monólogo y regalos
Lo que bien empezó mejor acabó para un conjunto perico al que todo le salió a pedir de boca muy temprano. Fue muy fácil. Puede parecer arrogante, pero fue así. Facilidad para marcar y un rival que se acabó de borrar cuando se quedó con nueve. Buena presión, gran efectividad, buena circulación, goles para todos los gustos -de jugada, de estrategia-… Algo que en liga se resiste. ¡Cómo necesitamos un guión así en la competición doméstica! Vamos chicos, ¡animaros! Pero si hay alguien que poco necesita para seguir demostrando que tiene pólvora y que esta competición es su hábitat natural es Campuzano. ¡Menudo es el canterano! Otro gol marca de la casa. Su romance no cesa. Como tampoco el de Pedrosa. Suplencia con gol y un ‘Amour toujours’ de Gigi d’Agostino que no dejó de retumbar en el templo. Este fue un partido con banda sonora. Se dieron un respiro. Pero este chute de adrenalina no puede quedarse en nada. Debe tener continuidad para la vuelta a la cruda realidad del domingo.
Tirón de orejas
La pena de todo lo vivido fue que tan poca gente pudiera disfrutarlo in situ. Allí, vibrando y alentando al equipo en vivo y en directo. Fueron solo 13.936 los valientes que ni el frío, ni la hora, ni el día, ni el abusivo precio de las entradas –por mucha oferta que se hiciera- ni nada les convenció de quedarse en casa. Bravo por ellos. Se fueron con una sonrisa a casa. Y los de sofá, Coca Cola y cigarro felices a dormir.
¿Por qué?
Esa es la gran pregunta. ¿Por qué solo nos dan estas alegrías en Europa? ¿Cómo puede ser que ayer marcaran más goles que en todo lo que va de liga? ¿Cómo? Desde la llegada de Machín el equipo es otro, de eso no hay duda, pero en LaLiga este equipo, por motivos varios, es incapaz de firmar una actuación como la de ayer. Y no porque este equipo no de para más. Esa afirmación de Quique no vale. Y si no que se lo cuenten al actual míster, que vio como los que ayer tuvieron su oportunidad no defraudaron y le dejaron un buen marrón de cara a la cita en el Wanda Metropolitano. ¿Quién jugará? Tocará deshojar la margarita sopesando cansancio, estado de gracia y méritos propios.