Dicen que las desgracias vienen de a tres, luego los pericos ya deberíamos poder estar tranquilos tras la salida de Lucas Vázquez, la lesión de Héctor Moreno y la marcha de Sergio García. En cuanto al gallego, siempre lo vi fuera. Un jugador de sus características es una ‘rara avis’ en el fútbol y me temía una jugada del R. Madrid para recuperarlo, como así ha sido. Lo de Héctor Moreno ya es un clásico. El jugador más ‘vendido’ de la reciente historia perica acabará por colgar las botas aquí, si no fuera porque él mismo ha declarado en varias ocasiones que quiere hacer ‘turismo’ futbolístico. Veremos en qué queda su relación con el Espanyol tras el último contratiempo, aunque ya no se puede descartar nada. Y por último, la fuga del verdadero cerebro perico ha sido el palo más duro, por muy previsible que fuera. Hace tiempo que decidí que no me volvería a ‘enamorar’ de ningún futbolista porque todos, o por lo menos los que valen la pena, acaban yéndose por dinero, pero ya se sabe que en esto del enamoramiento poco o nada tiene que ver la razón. El ‘Mago’ se había ganado a pulso estar arriba del pedestal.
Como perico, asistía indiferente a las discusiones sobre quién es el mejor jugador de la Liga, porque para mí no había discusión: ni Messi ni Ronaldo ni nadie más, el ‘Mago’ de Bon Pastor les daba sopas con ondas a todos. Goleador, asistente, omnipresente y determinante sobre el terreno de juego, el capitán perico colmaba todas mis exigencias para un crack, y todavía hoy era capaz de sorprenderme. Como su hijo, yo tampoco quiero que se vaya del Espanyol, pero como cada año tendré que tragar saliba y arrancar la foto del mejor del álbum de mi corazoncito blanquiazul.
Dicen que los espartanos, cuando nacía un hijo, lo lanzaban a las aguas heladas para ver su coraje. Solo los que eran capaces de sobrevivir a tan dura prueba podían pertenecer a la nación espartana. Entre esa leyenda –que por otra parte creo que no es verídica- y la película ‘300’, basada en el cómic de Frank Miller, la fama de estos griegos les ha convertido en verdaderos superhéroes –algo les ha quedado al verse capaces de enfrentarse, hoy, a la ‘hidra’ de la Troika-. Pues bien, a los pericos también se les somete a pruebas tan duras como esa, porque no me negarán que hay que ser de una pasta especial para no derrumbarse cuando puedes leer, a la vez, el cargo en tu cuenta bancaria de los carnets de socio y las noticias de la salida de los mejores jugadores de tu equipo sin garantías de recambio.
Mientras tú haces un esfuerzo pensando ‘que demonios, este año sí porque nos vamos a salir y vamos directos a Europa’, la realidad te vuelve a situar en la casilla de salida de una temporada en la que habrá que volver a remar contracorriente. La metáfora de Penélope en La Odisea, que teje de día el velo para Laertes, para deshacerlo por la noche, para detener, así, el paso del tiempo y no tener que tomar una decisión, se convierte en el pan de cada año de los pericos: luchamos denodadamente cada temporada pensando que es la única manera de avanzar, y luego la realidad nos quita todo lo conseguido y hay que volver a empezar.
Si no fuera porque los veo incapaces de ser tan sibilinos, pensaría que todo es un plan perfecto para debilitar tanto la institución que al final todos pidamos de rodillas la venta salvadora.
Llegado a este punto siempre me viene aquella frase de Larra que tanto me recuerda al Espanyol: “Escribir en España es llorar…”.
La cocina es otra de mis aficiones. Como ‘cocinillas’ me encanta conocer trucos nuevos y secretillos. Y al mando de los fogones, no te queda otra que cortar mucha cebolla. Se utilizan todo tipo de técnicas para evitar llorar al cortarlas y picarlas. Yo tengo una que es infalible: sacar la lengua. La humedad que se desprende, al parecer, limpia los conductos lagrimales evitando, así, el molesto llanto.
Ya sabéis pericos, para dejar de llorar, no nos queda otra que seguir sacando la lengua…
Ya sabéis pericos, para dejar de llorar ante las bajas, no nos queda otra que seguir sacando la lengua
Sin sergio garcía ni lucas