Durante esta primera semana de pretemporada que está ya finalizando, la noticia en clave perica más comentada ha sido la negociación abierta por parte del club para la rescisión de los contratos de Javi López y Víctor Sánchez, dos de los capitanes del equipo. Ambos tienen contrato hasta el 30 de junio de 2021, el primero de nuevo cuño y el segundo heredado de su última renovación. No tendrían por qué irse, pero creo que acabarán llegando a un acuerdo, claro, por el peso de la lógica y de este rodillo que se llama “entorno”.
Ha sido sorprendente la salida en tromba de una buena parte de este entorno perico que ha pedido “respeto” y “cariño” para estos dos profesionales que tantos años han defendido esta camiseta. Algunos, muchos, debería lavarse la boca antes de reclamar ese justo comportamiento para Javi y Víctor, después de haberles poco menos que lapidado desde el tiempo de confinamiento, haciéndoles casi culpables del desastroso nivel general de toda la plantilla. El acoso y derribo hacia ellos ha sido lamentable y dice muy poco de esta red de ‘pericos’ que se quedaron en un análisis liviano, superficial, sobre si estaban demasiado bien pagados o si su rendimiento era más o menos bueno. ¿Realmente piensan que el Espanyol se fue a Segunda por el juego de Javi López o Víctor Sánchez? ¿Conocen el trabajo que han hecho estos dos hombres en el último lustro para mantener la unión de un vestuario que estuvo, en muchas ocasiones a punto de romperse?
No comulgo, tampoco, con lo que desde dentro del club opinan que el hecho que se conociera la renovación de Javi López en pleno regreso a la competición fuera una bomba de relojería clave para que no se pudiera lograr la permanencia. Sí que es completamente cierto y palpable que desde el propio seno del Espanyol se dejó que fueran ellos los que pagaran el pato, todos los platos rotos de una temporada nefasta. Y eso sí que es injusto. Ojalá en el futuro, el Espanyol lograra fichar futbolistas que, en su globalidad, durante todos los años de sus contratos, dieran un resultado humano y deportivo como el que han dado.
Si bien es cierto que tanto Javi como Víctor tienen todo el derecho a agarrarse a lo pactado y firmado, también considero que van a tener que marcharse para poder respirar y seguir con su profesión sin que su día a día sea un infierno, para ellos y sus familias. Esperemos que el día en que se acuerde su despedida, el adiós del Espanyol como club esté a la altura, aunque solo sea por ese “respeto” y “cariño” que ellos siempre demostraron para con un escudo que defendieron con honor.