Cuando nos volvamos a encontrar será a medias. Embotellados en este ‘sí, pero no’ que dicta la ‘nueva normalidad’, el eufemismo desde el que, atrincherados, nos hemos ido olvidando de cómo era la vida antes, convendremos que menos es nada. Somos el preso que amontona rayas tachadas en la pared para convencerse de que un día más es un día menos para reencontrarse con su Espanyol. Así que, cuando nos den el tercer grado y con los primeros rayos de sol se alcen las banderas otra vez, tendremos que conformarnos con una suerte de vis a vis quincenal donde se nos vetará el acto de amor más puro, fugaz y desacomplejado: el abrazo de gol al perico desconocido.
Habrá tal vacío entre tu asiento y el suyo, que más que sentirte parte de una liturgia coral sagrada, un partido en casa, te sentirás como un ojeador en los primeros años 90 ponderando las virtudes del lateral izquierdo visitante, cuyo apellido ya se te ha olvidado. Entonces, mientras intentas acordarte, aunque en realidad te da igual porque muy a tu pesar ni eres ojeador ni esto son los 90, te asaltará la melancolía y te dará por pensar en todo lo que se llevó 2020.
El año que pareció tres lo empezamos exhibiendo cartera en un mercado de invierno que hasta entonces parecía que no nos pudiéramos permitir. Te vendrás un poco arriba, porque eso de gastar pasta en fichajes mola y no estabas acostumbrado. Además, en el palco verás a ese gestor fiable al que le darías el pin de tu tarjeta sin temor, incluso si tuvieras dinero en ella, José María Durán. El año siguió con un parón pandémico eterno. Quién sabe dónde dejaste al Arguiñano que pareciste descubrir entonces, dónde quedaron esas sentadillas con las que, por si acaso, te preparaste para Tokio ’21 y dónde todas las series que pensaste que te daría tiempo a ver, pero no. Fue tan largo el parón que te dio por convencerte de que todo era posible después de él. Que las sinergias serían otras, que jugar sin público nos iba a favorecer por aquello de liberar a los chicos de presión, que la clave pasaba por involucrar al Eibar en la quema. Nada. Las cuentas de la lechera. Al hoyo y carpetazo a la segunda etapa. En la tercera, que, a diferencia de lo que pasa con El Padrino, en nuestro caso es la mejor parte, nos mentalizamos entre todos de que Segunda era volver al barro y al barro se viene a sufrir y llorado de casa.
Así que ahí estás tú en 2021. En primavera y a las puertas de Primera. De repente, te acuerdas del nombre del lateral al que no fuiste a ojear, asoman la cabeza los jugadores por el túnel, suenan los primeros acordes del himno, sospechas que algunos asientos vacíos a tu alrededor seguirán estando vacíos cuando todos hayamos vuelto y cada nota del ‘Glòria als herois’ te sacude las tripas. Sientes que estás exactamente donde quieres estar. Perquè som l’Espanyol i això és la nostra vida.
sì és cert que amb abelardo vam creure una mica…fins al partit amb el levante…
quines ganes de tornar a cornellà el prat!
sì és cert que amb abelardo vam creure una mica…fins al partit amb el levante…
quines ganes de tornar a cornellà-el prat!