«Cuanto más me gustas, más me hieres”. Podría ser un verso sampleado en un pelotazo de C. Tangana y define bien la versión dominadora del Espanyol: esa que al rival quema, pero no le abrasa. Ayer, precisamente sin El Madrileño de verdad (RDT, claro), otra vez. Sucedió en El Molinón, que vino a ser una especie de Montilivi. Más guapos que nunca con el balón (olé mi Melendo, punzantes Pedrosa y Gil, arrebatado Puado, iluminado Darder). Más echaos palante que de costumbre, con un alegre Vicente. Asediando, a buenos ratos y con ratos mejores. Pero, al fin, rajados en la definición y por Aceitón, ese revisor que va a por ti nada más verte pisar el vagón de Primera.
Ruge la pericada. Por el choteo arbitral, por la moderación proverbial de Durán y por lo que decíamos al principio: cuando se pone el Espanyol a ejercer del monstruo que se le presupone ser, se queda con menos botín que Mallorca y Almería. Una perdición del momento, pero ampliemos el encuadre: el punto tan pequeño para el partido intentado fastidia tanto como debe insuflar confianza. El Espanyol, convencido y bien trazado, paralizó a un Sporting bonsai. Sin su torero, le faltó la estocada, pero el conjunto transpiró convicción y riesgo, eso que tanto se le exige. Tanto, que se concedió un gol muy barato a Djuka: la pérdida de Bare y la cobertura nublada de David deberían contar como asistencia… y luego Diego, que de lejos no se ve tan grande. Qué mal premia la fortuna los días valientes de Moreno. Pero a seguir.
Pasado este trago del calendario (siete de nueve contra Mallorca, Sabadell y Sporting), toca exigirse optimismo. El liderato volverá bien pronto, pero habrá que recuperar la versión más competitiva: desde Dídac, titular ante el Oviedo, a otros desaparecidos que deben reclamar su papel dando la talla. Y es que si no, todo se puede hacer largo, porque habrá que dar frescura al grupo y ves a buscarla ahora al filial, ya en modo urgencias por ese diseño tan perico de un año muy crítico: lo del riesgo en el Espanyol da para varias tesis de Psicología.
Diría que ayer Vicente Moreno acertó, pero la precisión final quizá solo puede darla o la calidad chula de De Tomás o el temple de las victorias. Una paradoja más para este RCDE tan paradójico por costumbre… así que “hiéreme solo para sanarme”, como igual diría el artista para narrar una vacuna. Por favor, que nos pongan cualquiera, pero en la nevera, a puntito, la china y la belga. Wu y Dimata, insistimos: miren de fusionarse y aporten ni que sea los mililitros justos de ilusión.