Desde que salimos de Sarrià hemos tenido casi tantos directores generales como planes estratégicos. Ninguno se ha cumplido y han sido tan efímeros como los proyectos deportivos. La planificación a medio-largo plazo en el mundo del fútbol no es imposible, pero es bastante difícil de cumplir. Como muestra de los bandazos que se dan, sorprende tener que volver a escuchar, en un club que se vanagloria de tener una de las mejores canteras de España, que debemos apostar por los jugadores de casa, algo que debería estar meridianamente claro a estas alturas.
Collet se había quejado más de una vez de que este club era uno de los que más se hablaba de economía, en el sentido de que siempre estábamos cuestionando la gestión. Pero eso también va camino de cambiar en el Espanyol. Las Juntas de Accionistas, que sirven, en teoría, para fiscalizar y aprobar o reprobar la evolución de la SAD, han perdido ese valor y el centro de decisión y debate se traslada al terreno de juego, que en definitiva es lo más importante en un club de fútbol. El club tiene propietario y las vicisitudes económicas que pueda atravesar la ‘compañía’ solo nos deben preocupar en función de si afectan al espectáculo.
El nuevo director general corporativo ha explicado las líneas generales del nuevo proyecto. De entrada parece que se quiere asegurar el puesto, dicho en tono de humor, ya que su plan estratégico va más allá que los anteriores: siete años. La experiencia me hace verlo con mucho escepticismo pero habrá que darle el beneficio de la duda.
Para esta temporada Guasch se compromete a invertir la mitad de lo que se ingrese por ventas en fichajes, y un 10% en ‘arreglar el club’, apostando por reforzar la marca Espanyol. En los objetivos ha sido muy ‘amarrategui’ al querer situarnos donde prácticamente estaríamos con un poquito de esfuerzo: el Top-10. Y lo que es peor, asume una bajada de socios y sitúa la masa social en 20.000 reales, y mantiene su intención de subir los abonos, a pesar de que desde dentro del club se le intenta convencer de que no es el momento. En resumen, que volvemos a otro ajuste, más o menos duro y pasamos del ambicioso ‘en tres años a la Champions’, al pragmático ‘virgencita que me quede como estoy’.
En definitiva, que lo que se nos ofrece es ‘muy profesional’, como decía el gallego de la película ‘Airbag’, pero todo esto se verá condicionado por la evolución del equipo en el terreno de juego, y ahí nos debemos aferrar al ‘milagro Rubi’, que ha sido capaz de llevar al Huesca a Primera con uno de los presupuestos más bajos de Segunda. Nuestro éxito llegará si somos capaces de romper esta tendencia tediosa y de eterna transición que arrastra el equipo. Toda la carne está en el asador de Perarnau, lo demás son viejas recetas, como vender a los mejores para equilibrar las cuentas, nada nuevo. Tendrán que ser más imaginativos si nos quiere ilusionar. Yo seguiré mirando al césped buscando la inspiración.