Partido en el Wanda, sí. Ante el Atlético, ¿y? Pese a ello se adelantaron los pericos, pero la vida, en el caso del Espanyol, no es lo maravillosa que es en Europa y lo que pareció serlo tras el castañazo que le pegó Darder para establecer el 0-1. Fue un espejismo y rápidamente vuelta a la cruda realidad. Esto es la Liga señoras y señores, acciones desgraciadas y un VAR como salsa que ayer supo muy amarga.
Así es esta competición para el Espanyol, puro desazón. Pura impotencia. Y más tras ver que tal y como se dio el partido, puntuar en Madrid no hubiera sido nada descabellado. Nuevo revés y así ya van demasiados. La situación es preocupante.
¿Hay tiempo todavía? Sí, pero el problema es que cada vez costará más sacar la cabeza y que la mejora es muy lenta. Arriba la sensación de peligro que generan los delanteros es mínima y atrás hay errores que se repiten hasta la saciedad. Hay concesiones imperdonables. Las derrotas son una mala costumbre. Un vicio que costará mucho que este equipo pueda superar. Paciencia y unión apunta el míster como solución. No nos queda otra que creer.
Hay cosas que no se controlan
Hay una larga lista de tareas en las que mejorar aún, quizás demasiadas, aunque desde la llegada del nuevo míster, con el que se han sumado tres puntos de 15, ha habido algunos brotes verdes. Tímidos, de acuerdo, pero ahí están. El problema es que cuando uno está en una situación más que complicada en que la autodestrucción es lo más sencillo, cuando hay aspectos ajenos que pueden desestabilizarte, está claro que lo harán. Haciendo bueno eso de que ‘todo lo que pueda salir mal, lo hará’. Y eso es lo que sucedió con las decisiones de un VAR, una tecnología que en su inicio es buena, pero a la que interviene la mano humana, en este caso las decisiones arbitrales, siembra muchas dudas.Pues ya llueve sobre mojado. No hay que olvidar que a Bernardo ya se le anuló en San Mamés otro tanto de forma dudosa.
Por ello hay que celebrar que ayer Darder y David, los encargados de salir a dar la cara en el Wanda, pusieran el grito en el cielo y criticaran lo perjudicados que se vieron -a David le robaron lo que habría supuesto el empate-, aunque sin dejar de hacer autocrítica sobre su actuación. Y es que es en estos partidos, y más cuando la necesidad aprieta, cuando hay que ser preciso para tener opciones de algo, y ayer el equipo apenas lo fue. Porque como les decía en las primeras líneas, puntuar ante un rival y un campo así no es sencillo, pero cuando eres penúltimo tu máxima ha de ser rasca algo como puedas, no vale el conformismo ni creer que resucitar en este partido era imposible. A las pruebas me repito. Ante este Atlético sí era posible, pero por un cúmulo de cosas fue imposible. La primera parte fue buena, se tuvo la posesión y el equipo estuvo muy bien plantado, con las ideas claras, pero cuando los rojiblancos apretaron aparecieron los nervios. Es así como se aleja una salvación. Con delanteros que no cumplen con su cometido, y con un equipo que demuestra que, como viene repitiendo Machín, no puede vivir de sensaciones. Que aquí además de la motivación y las ganas, algo que encarna como nadie Víctor Sánchez, que robó de forma magistral en la antesala del primer gol, necesita calidad para decidir. Y eso está brillando por su ausencia. Por ello, ante las dos próximas finales, para aspirar a ganar este equipo necesita como el comer ver como ante la adversidad salen líderes dentro del equipo de debajo de las piedras y como el nivel de la plantilla en general aumenta. Solo así esto puede dejar de ser un drama. Eso junto, como no, con un acierto ante puerta que, nos guste o no, hace que el nombre de Borja retumbe con fuerza. Se fue y la realidad es que, a día de hoy, en el equipo no hay un delantero que, en liga, sea un sustento. Una garantía para poder competir con opciones.