No perdamos tiempo criticando los errores continuados de uno u otro profesional. No fallan por falta de concentración o despistes puntuales, sino por falta de calidad
Lo mismo pasa en los despachos: Catoira no falla, simplemente no tiene nivel para un cargo que le ha caído del cielo. La misma conclusión es aplicable a Mao Ye, Hugo Blanco, Luis Vicente Mateo, a los anteriores CEO’s del club Ramón Robert o Roger Guasch, al calamitoso Rufete, y a otros directivos menos populares que llevan tiempo dirigiendo sus departamentos hacia el más absoluto estancamiento. Un Espanyol plagado de mediocridad y figuras decorativas para justificar la falta de sentimiento. Me produce especial tristeza ver a mi querido y respetado Rafa Marañón, perdido en un Consejo de Administración que le habla en chino y a un mito viviente del espanyolismo, Tamudo, y un campeón del mundo, Capdevila, que están ahí sin que nadie sepa exactamente para qué.
Cuando pienso en calidad, pienso en los históricos Dani Solsona, Tommy N’Kono, Kameni, Gerard Moreno, Diego López, los actuales Darder o Joselu y otros muchos que tuvieron y tienen errores puntuales. El mismísimo Haaland o Benzema equivocan a veces sus decisiones y lo seguirán haciendo, porqué errar es de humanos. Pero no es el caso del grueso de los futbolistas que visten la actual camiseta blanquiazul. No son errores, sino el resultado de su falta de calidad.
No podemos cambiar lo que no es nuestro y el Espanyol, guste o disguste, ya no es nuestro. Lo perdimos al venderle nuestras acciones al capital chino, ilusionados con un proyecto prometido y, como todos los de Chen, incumplido. De hecho, el Espanyol es el juguete menos importante del catálogo de Rastar Group. Un capricho de Chen para sentirse importante, ganar dinero y tener la popularidad que sus otros chismes con mando a distancia no le daban. Podía haberse comprado un jet privado o un yate como Abramovich, pero prefirió comprar otro juguetito: El Espanyol de Barcelona. Nadie le dijo, o no quiso escuchar, que no se puede jugar con los sentimientos de la gente y que un club de futbol profesional europeo no se puede dirigir con mando a distancia desde unas oficinas a 180 metros de altura en su edificio de Guangzhou, y nombrando directivos con el único criterio de la sumisión, el servilismo y la disposición a bajar la mirada a su paso.
Si el Consejo de Administración RCDE sirviese para algo y el actual RCD Espanyol fuese una empresa seria, pediría que FICHEN y ECHEN A CHEN cuanto antes. Se que no puede ser, y además es imposible, pero por mi tranquilidad de conciencia y respeto al Espanyol que fue, seguiré denunciando la pésima gestión del club en mis escritos semanales de La Grada y en los micrófonos que amablemente me sigan brindando las emisoras. El Espanyol de Chen galopa hacia la nada.