Cómo dudarlo. Tras un despertar como el de Vila-real, el Espanyol en pleno será ante el Athletic el rugido del resucitado. Todo el RCDE es compromiso por una salvación que no tiene precio, como atestiguan los 41 millones de Mr. Chen por el tridente de rescatadores RDT-Cabrera-Embarba. Pura sacudida para alimentar el optimismo de Abelardo y la fe de un pueblo que vuelve a creer. Tras una semana de temporal y fiebre, la pericada exige el deshielo definitivo. ¡Vamos!
Tocará vestir al estadio como el 19 de mayo, porque si aquel Espanyol podía volver a Europa, éste puede regresar a la vida. Lo sabe el Pitu, que ansia el triunfo, la puñetera primera victoria en casa, esta minucia de utopía que los desvaríos de curso han convertido en un casi imposible. Hasta hoy. Si la fe mueve montañas, la letanía perica se lleva hoy por delante a San Mamés y a quien convenga. Que el “Sí, se puede” retumbe, porque el giro tras el empate en el derbi y la invasión de La Cerámica debe ser ya total. Es la fuerza perica: esas ganas brutales de ir al campo cuando aún tu equipo es colista. De locos: de pericos.
Tambores en el estómago. Rufete ha rematado la semana con Adri Embarba, el futbolista de calle “de los que ya no quedan”, como le gusta recordar. Era una debilidad del director deportivo, que al fin ha podido ejercer, liberado de límites salariales y de cálculos restrictivos. Veremos si tiene ya minutos el extremo, pero la parroquia está ansiosa por comprobar las prestaciones seguras de Cabrera y, sobre todo, el arte letal de RDT. El descaro y chulería futbolística del madrileño parecen haber mutado al Espanyol en pleno… y ante los leones, lastrados por su prórroga copera, casi no hay prudencia que valga. El nuevo RCDE parece difícil de contener.
Ya lo ven: euforia. ¿Excesiva, amigos lectores? Pues no: es que ya casi no hay otro camino. Esta onda buena debe aprovecharse para salir pitando del pozo, por más que lo normal sería una remontada paulatina y haciendo equilibrios ante el alambre. Nada, ni se lo planteen: es una cuestión de fe, esto nuestro, y es una cuestión de vida. La vida perica, la vida feliz. Y si Abelardo le asegura a Hugo que sus lágrimas ante los groguets van a ser de salvación, que nadie ose a contradecirle. La ilusión del desenterrado es indestructible. Tothom al temple!