Dos jornadas contra dos equipos que marcaron el arranque de la temporada pasada. El Sevilla, para mal, poque nos hundió en la miseria y el Leganés, para bien, porque frente a los madrileños el equipo logró sacar la cabeza al ganar el primer partido en casa. Y empezamos contra los dos dándole la vuelta a la historia como a un calcetín: empatamos en Sevilla, con posibilidades de vencer, y regalamos tres puntos que ya creíamos en el zurrón frente al equipo pepinero.
Mal estreno del Espanyol en casa. El Lenagés le pasa la mano por la cara a los de Quique en una primera parte en la que todo salió mal. Ya desde el inicio se veía que las mejores ocasiones eran de los madrileños que anularon completamente a los pericos con una defensa adelantada, presionando en el centro del campo y haciendo imposible la conexión entre los de atrás y la delantera perica. Y si a eso se le une el contratiempo de la lesión de Javi López en su partido 200 con el Espanyol, confirmando una de las leyes fundamentales de Murphy: ‘si solo tienes un lateral derecho, por ahí te romperás’, los planes de Quique se iban al traste al cuarto de hora, a pesar del empeño de un gran Pau bajo palos. Al buen despliegue rival se unía el desbarajuste total en la defensa, con un Hernán Pérez resituado como lateral que sufrió y un Naldo que volvió a mostrarse el eslabón más débil, por decir algo. El brasileño sufre con el balón; no tiene buena salida, se complica mucho la vida y tiene fallos garrafales.
Quique optó por dar entrada a Granero y resituar a Jurado. El míster le dio el timón del equipo al ‘Pirata’ que tardó en entrar en juego. Tanto que el gol del ‘Lega’ tiene origen en un tímido despeje del 23 perico en el área espanyolista. En la segunda parte pidió el balón e intentó mover bien al equipo, pero le faltó contundencia y algo de valentía en los últimos metros.
Corazón perico
En un día bastante aciago para los delanteros pericos, la afición se aferró a la fe y despidió al equipo en el descanso pidiendo la entrada de Sergio García. Y 833 días después el de Bon Pastor entraba en el terreno de juego para levantar a la parroquia perica. Y no defraudó. Desplazó a Baptistao a la derecha y entre el italo-brasileño y Piatti abrieron el campo e hicieron recular a los visitantes que cedieron el balón. La segunda parte los de Quique se quitaron de encima el pepino que arrastraron toda la primera parte y tuvieron a los del Leganés encerrados en su área casi todo el tiempo. Y los movimientos entre líneas de Falete hicieron mucho daño; cada balón que tocaba Sergio se convertía en peligro, pero ni él ni Gerard ni Baptistao pudieron culminar ninguna jugada. Precipitación, falta de puntería, errores infantiles… no había manera. Pero por lo menos Sergio demostró a los más reacios a su regreso que sigue siendo un delantero escurridizo y mágico: si llega a marcar en aquella jugada en la que cayendo tocó el balón de espaldas buscando la escuadra se hunde el estadio.
Sea por las lesiones o por la falta de recambios de garantías, el equipo volvió a romperse por detrás, como en el inicio del curso pasado. La inseguridad defensiva contagió a todo el equipo que tiró toda la primera parte. En la segunda se rehizo y controló el partido, pero la reacción no tuvo premio y el parón se hará muy largo, más si tenemos en cuenta lo que viene…
Esperemos que también en el caso de los culés ocurra como contra los dos primeros rivales de esta temporada y le demos la vuelta a la historia.