En el imaginario personal de cada españolista, un mundo y un fútbol es mejor; victorias inapelables, jugadores entregados y porque no, reconocimiento unánime. La realidad nos pone delante partidos sufridos, desarrollos mediocres y comentaristas de televisión que celebran cada actuación del rival. ¿Qué hemos hecho para merecer esto? ¿Qué debemos hacer para cambiarlo?.
Desde enero no se dejaba la portería a cero. La buena disposición de Diego López nos devolvió un guarismo que teníamos olvidado. Bien colocado, bajo palos sigue siendo una garantía.
Por el callejón llegaron las mejores noticias: un bravo Óscar Gil firmó la jugada defensiva de la jornada en uno de los contragolpes en la primera parte; Pedrosa sigue al alza, mejorando atrás y cruzando de Cornellá al Prat y viceversa, tantas veces como sea necesario.
Acuciados por ganar, David López tiró de pragmatismo y no quiso elaborar desde atrás, no fuese a estropear el generalizado mal día en conjunto. Con el pitido final, cayó rendido.
A Cabrera no le es necesaria la funcionalidad que mostró David, porque el charrúa lo lleva de serie. Hasta el gol, el mayor peligro lo provocó él, haciendo de coloso en ambas áreas. Le quitaremos el warning que le pusimos.
Al fútbol de Keidi Bare le falta publico en las gradas. Un nombre musical que nos permitiría cantar las excelencias de su trabajo en partidos oscuros.
Contaba el lunes Darder en tv las angustias de la temporada anterior y el ánimo de revertirlas. Una entrevista que desnudó sufrimientos desconocidos.
Hipotecado en banda, Nico Melamed parece el alumno castigado del profesor Vicente Moreno. El cuerpo nos pedía que jugara por dentro, para romper la defensa de tres centrales arlequinada. Se difumina.
Se está volviendo invisible Embarba, empeñado en repetir todo aquello que no le sale. Y su inquietud va en paralelo con la del aficionado.
Qué hay días mejores lo sabe hasta Puado, el insustituible que trabaja en defensa lo que otros no piensan hacer jamás.
Está pero no se le ve y cuando llega el momento de maldecir su apatía o ese caño fallido en un claro contragolpe, se saca un cabezazo a lo Gerd Muller y entonces te das cuenta de que siempre tienes que creer en RDT.
Las mejores noticias llegaron con los cambios: Mérida, a contrapié de las opiniones, firmó unos minutos óptimos; Vadillo mostró lo que se le presupone a un profesional y si marca la que intentó algunos peregrinamos a poner el cirio a la Virgen de Montserrat y sobre todo Dimata nos ahuyentó las dudas con un juego de espaldas y unas claras señales de adaptación que pueden darnos varias alegrías. Le faltó el gol, pero el tanto imprescindible lo hizo en Son Moix.
El míster quiso echar el candado y llamó a filas al soldado Pol, especialista en la tarea al que le refrendan las estadísticas en esta labor.
Asegurada una semana más la posición de ascenso directo, el próximo viaje nos lleva a El Molinón. Un ‘Gallego’ rodeado de asturianos, juega fútbol de primos hermanos y encuentra su hábitat, que una vez tuvo con nosotros. Ellos piensan que hay cuentas pendientes, ya que siguen reclamando aquello de Babin, que parece ya el penalti más largo del mundo. Saldrán hiperventilados, como la semana pasada los de la ensaimada. Pues que se preparen para el desenlace. El Asturias patria querida ya suena en el vestuario. A nuestro ritmo.