Esta semana hemos celebrado el décimo aniversario de la última Copa del Rey ganada por el club. Diez años ya de un gran trofeo. Se ganaron dos relativamente en un breve espacio de tiempo pero, desgraciadamente, en la actualidad no se ve en el horizonte la posibilidad de aspirar a otra gran final, pese a que el año pasado estuvimos cerca.
Aquella final es el recuerdo más exitoso que tengo de mi carrera, que no el mejor. Sin duda, poder celebrar un título, con tu gente, en un estadio de esa magnitud, lleno de banderas blanquiazules es escalofriante. Lamentablemente, no fue una celebración como debiera debido a que no estábamos haciendo los deberes en Liga. Y eso pesaba en el inconsciente de cada uno, al menos en el mío. La celebración del gol de Coro, por mi parte, sí tuvo una celebración especial. Nos jugábamos la vida como club.
De aquella final de Copa siempre se mantendrá en el recuerdo –y así ha trascendido ya en muchos medios- la energía fluida en el autocar, por la Castellana, hasta la llegada al estadio. Ver a toda aquella gente, radiante, animando, pues hizo fluir una energía especial. Energía que incorporó a su habitual repertorio de canciones inventadas el gran Zabaleta, quien era capaz de sacar rimas a cualquier objeto. Lo que en otro momento hubieran sido reproches hacia el mal gusto musical del argentino, pues esta vez fue una vibración que hasta el mismísimo Lotina tuvo que ser capaz de entonar.
Así que, a base de aporreo en los cristales del autocar -yo veía con cara de pocos amigos al entonces chófer del autocar- entramos en el estadio con las espaldas descargadas. Lo que en una final hubiesen sido caras de agarrotamiento y responsabilidad, se habían convertido en adrenalina justa y necesaria para realizar lo que fue el mejor partido de la temporada. Durante el partido poco más que decir. Lo que era una, quizás, rudimentaria táctica de afrontar la final –recoger las peinadas de Fredson, básicamente-, se convirtió en una lectura de partido de manual.
Todo ocurrió bajo lo esperado. En el primer minuto, una peinada de Fred provocaba una falta que ya sabemos todos cómo acabó. Con el 2-1 a favor y cuando el Zaragoza más apretaba, el míster nos llama a Coro y a un servidor para salir al terreno. Las consignas de Lotina eran claras “ayudar a Pablo con Savio”. No le pudo salir mejor los cambios: un robo mío, lo recoge Iván para asestar un pase mortal a Coro, quien define con maestría. Y la cuarta Copa para can perico.